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Seis niños y niñas quedaron huérfanos en febrero por el femicidio de sus madres

El monitoreo del Observatorio Digital de Femicidios del Centro de Justicia y Paz (Cepaz) para el mes de febrero arrojó que desde el día primero hasta el 28 de ese mes, hubo 22 femicidios. Ocurrió, en promedio, un femicidio cada 27 horas.

Seis niños y niñas quedaron huérfanos y uno de ellos presenció el femicidio de su madre. En el 50% de los casos, la agresión femicida ocurrió en el ámbito privado (hogar), el lugar que se supone debe ser el más seguro. En ningún caso hubo denuncia previa por parte de la víctima. En el 13.6% de los casos los testigos presenciales de los hechos fueron familiares y conocidos de las víctimas.

El 13,6% de los casos ocurrió en Miranda; 13,6% en el Distrito Capital; 13,6 % en Trujillo y otro 13,6% en Portuguesa.

Fenómenos asociados

Los femicidios arrastran consigo lo que llamamos fenómenos asociados. Sobre los cuales es imperativo intervenir con políticas públicas adecuadas. Hacia allí va enfocado este monitoreo, al análisis de datos que permitan que el Estado diseñe y gestione proyectos y actividades enfocados en la prevención.

Algunos de estos fenómenos asociados a los femicidios sobre los que hay que exigir una intervención del Estado son, por ejemplo, la situación de los hijos/as que quedan huérfanos, ¿dónde y con quién están?, ¿el Estado monitorea su situación?, son preguntas a las cuáles es necesario dar respuesta.

Caracterización de las víctimas

En el 36.3% de los casos la víctima estaba en edades comprendidas entre 28 a 48 años. El 13,6% en edades del 68 a 80 años. Todas eran de nacionalidad venezolana.

El 13,6 % de las mujeres víctimas de femicidios, eran madres. Tres víctimas estuvieron desaparecidas antes del hallazgo del cadáver. Una de ellas, era una adolescente. Todas fueron víctimas de ataque sexual.

Caracterización de los agresores

En el 100% de los casos, el agresor es venezolano. La mayor incidencia de los casos refleja una edad de los agresores femicidas comprendida entre 23 a 39 años de edad, equivalente al 36.4% de los femicidios analizados. El 13,6% de los agresores aparecen vinculados a bandas dedicadas a actividades ilícitas.

En ninguno de los casos analizados durante el monitoreo se mencionó que los agresores presenten antecedentes por violencias contra la mujer. Uno de los agresores es funcionario policial o militar; y en ese mismo caso, se cometió el femicidio por medio del uso de acelerantes de fuego.

Se determinó que en el 40,9% de los casos los agresores están en fuga. En el 13,6% de los casos el agresor murió en el contexto de los hechos. Luego de haber cometido el femicidio, el 13,6% de los agresores se suicidaron; otro 4,5% de los ofensores intentó suicidarse y no lo logró.

Vínculo relacional

El 45,5% de los casos las mujeres tenían o habían tenido convivencia con sus agresores, bien sea por matrimonio o por unión de hecho. El 9,1 % de los casos analizados, los agresores eran miembros de la misma familia (padres, tíos, hermanos, primos).

Motivación, modus operandi y contexto del femicidio

Los datos aportados por los medios de comunicación digital permitieron determinar que en el 13,6% de los casos la motivación aparente del hecho fue la decisión de la mujer de separarse afectivamente del agresor. Mientras  22,7% de los casos analizados destaca como motivación aparente una escena de celos o alegato de infidelidad íntima. Seguido de 13,6% ataque sexual.

Los femicidios sexuales pueden darse en cualquier ámbito, vincular o no vincular, y ser cometidos por personas del entorno de la víctima o desconocidos. Por violencia sexual se entiende cualquier acción destinada a vulnerar la libertad e integridad sexual de las personas. Se expresa en ataques sexuales directos o simbólicos, tanto consumados como tentados.

Hubo dos casos en los cuales, las acciones constitutivas para ejecutar el delito de femicidio quedaron en grado de frustración. En el 13,6% de los casos, hubo la participación de mujeres como coautoras o cómplices del agresor femicida. En el 18,2% de los casos, se menciona la participación en grupo de los ofensores.

Las tres víctimas que estuvieron desaparecidas antes de aparecer el cadáver, murieron por golpes de la propia mano del agresor (golpes de puño). En ninguno de esos casos, existió vínculo afectivo entre víctima y ofensor.

Signos de violencia, causas de la muerte y presencia de armas

El 22, 7% de los casos presentó como signo de violencia al cadáver arrojado en la vía pública; 13,6% mutilaciones o descuartizamientos; 13,6% signos de atadura; 4.4 % lesiones genitales o paragenitales. En el 4,5% de los casos el cadáver fue incinerado.

Sobre la presencia de armas se pudo constatar que en el 31.8% de los casos se utilizó un arma de fuego. En el 22.7%, se trató de la propia mano del agresor.

Femicidios de mujeres venezolanas en el exterior

En el mes de febrero hubo 6 muertes violentas de venezolanas en el exterior. Esto es, un femicidio cada 5 días. El 50% de los casos ocurrieron en Colombia. Seguidos de un 33.3%, de casos ocurridos en Perú. En total quedaron 2 niños venezolanos huérfanos por el femicidio de sus madres.

En cuanto al rango de edad de las víctimas de femicidios ocurridos en el exterior con mayor incidencia, tenemos que el 50% de las víctimas estaban entre 19 y 33 años de edad. Una de las víctimas era menor de 18 años. El femicidio ocurrió en Colombia.

Sobre el rango de edad de los agresores femicidas con mayor incidencia, tenemos que el 33.3% estaban entre 32 y 51 años de edad. Se logró establecer que en 83.3% de los casos el agresor era venezolano. Ninguno de los agresores era funcionario policial.

El ámbito en el cual ocurrió el 66.7% de los casos fue el privado. Bien en la casa de habitación de la mujer víctima, del agresor, o la de ambos. En el 66.7% de los casos el femicidio vino precedido de escena de celos o alegatos de infidelidad íntima. 50% de las víctimas de femicidios murieron por herida de bala. El 33.3% fueron acuchilladas.

Pudo establecerse que uno de los agresores que fallecieron en el contexto de los hechos, se suicidó. El 50% de los agresores se encuentran en fuga. En el 33.3% de los casos, entre víctima y agresor existía una relación de convivencia íntima, matrimonio, u unión de hecho. En el 50% de los casos, se trató de conocidos sin relación familiar.

En el 16.7% de los casos, se aprecia como factor de riesgo antecedentes de amenazas o daños físicos. Otro 16,7% se trató de antecedentes de acoso y hostigamiento. En el 16.7% de los caso hubo denuncia previa por violencias cometidas por el mismo agresor. Ninguno de los casos, tenía una medida de protección vigente para la fecha de los hechos.

Política preventiva

¿Qué se necesitaría para poder afirmar que el Estado emprende un verdadero plan nacional de prevención de la violencia contra la mujer y en especial contra el femicidio? Como mínimo tres estrategias de arrancada.

Primero, la elaboración de una política nacional consultada y diseñada conjuntamente por un amplio margen de actores. Para establecer lineamientos de prevención, investigación, sanción, asistencia y reparación de los femicidios. Segundo, agrupar el registro y gestión de la información, tanto la recolectada por el Estado, como la proveniente de iniciativas de monitoreo de la sociedad civil. Y tercero armonizar herramientas de gestión, protocolo y guías de acción profesional para la investigación y prevención.

La mirada no debe estar puesta solamente en el último eslabón de la cadena de la violencia. Antes de que ocurra el femicidio hay todo un ciclo y distintas etapas de violencia sobre las cuales hay que actuar de manera transversal para una efectiva política preventiva.

Consulte el monitoreo de femicidios aquí

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