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El rostro femenino de la persecución

Históricamente, la persecución política ha sido narrada desde una perspectiva que invisibiliza las experiencias de las mujeres. Se ha asumido que este fenómeno tiene un rostro predominantemente masculino, porque las víctimas más visibles suelen ser figuras públicas, activistas y líderes hombres. Sin embargo, esta visión eclipsa el profundo impacto que la represión tiene sobre las mujeres y sus múltiples roles en la lucha por la justicia, los derechos humanos y la democracia.

En Venezuela el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer y los 16 días de activismo resuenan de un modo particular, marcados por las historias de mujeres que enfrentan la violencia no solo en sus hogares y comunidades, sino también una violencia institucionalizada ejercida por el propio Estado, siendo víctimas desproporcionadas y diferenciadas de la persecución política que se ha intensificado severamente posterior al evento electoral del 28 de julio.

Las violencias contra las mujeres tienen múltiples formas, y todas ellas se acentúan en contextos de represión, control y persecución política como el que atraviesa Venezuela, donde las mujeres no solo sufren el impacto en lo personal sino también la carga familiar.

En ese sentido, las mujeres son víctimas tanto directas como indirectas de la persecución política en Venezuela debido a la violencia diferenciada que enfrentan por razones de género. Como víctimas directas, y solo por mencionar algún ejemplo, los casos de mujeres y niñas detenidas arbitrariamente evidencian un patrón de violencia de género que incluye violencia sexual, amenazas y actos degradantes. Según la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos[1], en casos que documentaron identificaron graves violaciones a los derechos humanos, incluyendo amenazas de violación y otros actos de violencia sexual, requisas invasivas, desnudez forzadas, explotación sexual, insultos sexistas, negación de derechos sexuales y reproductivos, entre otros actos.

Sin embargo, las mujeres también enfrentan la persecución de manera diferenciada e indirecta. Es decir, para las mujeres, la persecución política no se limita a ser objetivo directo de detenciones arbitrarias, amenazas y otros actos de persecución, también implica asumir roles que las exponen a riesgos adicionales.

Por ello, no podemos dejar de recordar a las madres, hermanas e hijas que desafían el miedo y llevan en su cuerpo la carga emocional, económica y legal de la lucha por la libertad y la justicia de sus familiares detenidos arbitrariamente, desaparecidos y víctimas de actos atroces e inhumanos. La lucha de todas estas mujeres las expone a represalias que las revictimiza,  amenazas, extorsiones, aislamiento social y  una precariedad estructural que limita sus posibilidades de acción y agudiza su vulnerabilidad.

Para las lideresas políticas, activistas y defensoras de derechos humanos, el panorama también es muy adverso. Ellas deben equilibrar sus responsabilidades familiares con su activismo en un contexto hostil que combina campañas de desprestigio misóginas, ataques específicos basados en su género y una exclusión sistemática del espacio público. A esto se suma la emergencia humanitaria compleja que afecta el acceso a servicios básicos y agrava la desigualdad estructural, profundizando su marginalización.

Frente a este contexto de represión que atraviesa Venezuela las mujeres venezolanas han demostrado una importante resiliencia y una capacidad de resistencia. Las madres, hermanas e hijas de las víctimas de la persecución no solo han desafiado el miedo al denunciar los abusos del Estado, sino que han construido redes de solidaridad y apoyo mutuo que fortalecen la lucha por la justicia. Entre tanto, las lideresas políticas y sociales continúan abriendo espacios en un entorno que busca constantemente relegarlas al silencio.

Por ello, reconocer el rostro femenino de la persecución política es fundamental para construir una narrativa que sea inclusiva y representativa de la realidad. Es urgente visibilizar y reconocer las historias de las mujeres que no solo son víctimas directas de la persecución política sino que además en este periodo oscuro se han  convertido en protagonistas en la búsqueda de la verdad y la justicia.


[1] A/HRC/57/CRP.5 – todas las menciones a investigaciones de la Misión corresponden a este informe, publicado el 14 de octubre de 2024, disponible en: https://www.ohchr.org/sites/default/files/documents/hrbodies/hrcouncil/sessions-regular/session57/advance-versions/a-hrc-57-crp-5-es.pdf