Defender los derechos humanos en Venezuela hoy es una labor sumamente peligrosa. Nos encontramos con una realidad alarmante en el país– el espacio cívico se encuentra cerrado- esto significa que las personas defensoras de derechos humanos ejercen sus labores en un entorno donde las libertades fundamentales como la libertad de expresión, asociación y reunión se encuentran severamente restringidas, y con ello la posibilidad de participar en la vida pública, organizarse, manifestarse, documentar, denunciar, defender y exigir se encuentra totalmente sofocada ante las medidas represivas del Estado.
En este contexto ¿Cómo se ejerce la defensa de los derechos fundamentales cuando cada acto puede interpretarse como una amenaza para el Estado?
La categorización del espacio cívico venezolano como cerrado, se encuentra vigente desde diciembre de 2023, pero ha sido reforzada por un año 2024 –un año electoral- marcado por la intensificación de un contexto hostil, represivo y violento y la permanente desprotección para quienes luchan por la reivindicación de los derechos humanos en el país.
Según el Panel de Expertos Electorales de la ONU, el período preelectoral en Venezuela estuvo marcado por restricciones a la libertad de asociacióny ataques sistemáticos contra activistas y organizaciones de la sociedad civil.
Este panorama se agravó con la promulgación de la Ley de Fiscalización, Regularización, Actuación y Financiamiento de las Organizaciones No Gubernamentales (Ley AntiONG), que recientemente ha sido publicada en la Gaceta Oficial y oficialmente ha entrado en vigor. Esta ley impone un rígido control sobre las actividades de las ONG, limitando su capacidad de actuar.
La vigencia de la Ley AntiONG no solo aumenta la posibilidad de persecución, sino que también disuade a potenciales aliados internacionales de brindar apoyo financiero y reduce drásticamente el margen de maniobra de las organizaciones que luchan por los derechos humanos en Venezuela.
Junto con esta normativa, el proyecto de Ley Contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares introduce un marco legal represivo que permite una aplicación arbitraria. Este proyecto amenaza con penas desproporcionadamente severas a quienes sean acusados de promover ideas consideradas «fascistas», lo cual se presta a la criminalización de opiniones disidentes y restringe aún más la libertad de expresión.
Este entorno legal restrictivo obstaculiza las acciones de las organizaciones de derechos humanos y crea un clima de miedo generalizado. La percepción de que cualquier acto puede ser interpretado como «subversivo» afecta tanto a las personas defensoras como a las comunidades que intentan proteger.
En un entorno tan hostil la defensa de los derechos humanos persiste
El Estado tiene el deber de garantizar que las personas defensoras de derechos humanos puedan realizar su trabajo en un ambiente seguro, propicio y libre de represalias. Sin embargo, en Venezuela, esta responsabilidad se ha transformado en un sistema que silencia, persigue y criminaliza a quienes luchan por la dignidad y los derechos fundamentales.
A pesar de este escenario opresivo, las personas defensoras de derechos humanos en Venezuela siguen actuando, denunciando violaciones, acompañando a víctimas y trabajando por la reconstrucción de las instituciones y los valores democráticos en el país.
Las personas defensoras, lejos de rendirse, han encontrado formas de continuar su labor. Se han desarrollado redes de apoyo en las comunidades más afectadas, documentado violaciones y fortaleciendo el trabajo humanitario; las herramientas digitales se han convertido en aliadas claves para romper el cerco informativo, y ante la censura interna la incidencia internacional se ha convertido en una ventana de denuncia para mantener una agenda estratégica activa que promueva soluciones duraderas para la crisis que atraviesa el país.
En definitiva, a pesar del contexto de amenazas constantes, criminalización, persecución, el exilio forzado y las injustas y arbitrarias detenciones contra las personas defensoras de derechos humanos en Venezuela, no han renunciado a su labor, al contrario, continúan siendo la voz de quienes la han perdido y han demostrado que en las condiciones más adversas, continúan luchando.