Para el Observatorio Digital de Femicidios del Centro de Justicia y Paz (Cepaz), las niñas y los niños que quedan huérfanos es uno de los fenómenos asociados a los femicidios más preocupantes. En los monitoreos elaborados desde el Observatorio se refleja la vulnerabilidad de este grupo. Alarma especialmente la falta de acciones concretas desde el Estado para lograr su protección integral, y muy especialmente, cuando han presenciado la muerte violenta de sus madres, el suicidio posterior del padre o han permanecido junto al cuerpo de la madre luego de asesinada.
Desde el 1ro al 29 de febrero de este año 10 niños y niñas quedaron huérfanos por el femicidio de sus madres en Venezuela. En este mismo periodo, 12 niños quedaron huérfanos a consecuencia de la muerte violenta de sus madres venezolanas en el exterior. En total, 22 niñas y niños perdieron a sus progenitoras de manera violenta. En uno de los casos, los hijos presenciaron el femicidio de su madre.
Femicidio infantil
En el mes de febrero hubo 11 femicidios consumados y 12 femicidios en grado de frustración en Venezuela. Hubo una acción femicida cada 30 horas. Todas las víctimas, tanto de femicidios consumados como de femicidios frustrados, eran venezolanas. El 67% de las víctimas de acciones femicidas conocía a sus agresores. En el 18,2% de los casos de femicidios consumados se menciona a mujeres involucradas en los hechos. Y en el 8,2% de los femicidios frustrados, aparece una mujer como coautora.
Aragua, Distrito Capital y Miranda concentran la mayor cantidad de acciones femicidas (54,6%), con dos casos consumados en cada región. La mayor frecuencia de femicidios frustrados se aprecia en Carabobo (3 casos) y Zulia (2 casos).
Dos de las víctimas de femicidios consumados eran menores de un año. El femicidio infantil no se encuentra expresamente tipificado en nuestra legislación. Presupone una relación de subordinación de las víctimas frente al ofensor, acompañada muchas veces de un estado de desprotección. Para ahondar en este fenómeno y su eventual tipificación, es necesario un análisis profundo de la información disponible, tomando en cuenta las investigaciones penales levantadas, para dimensionar la magnitud y características actuales del problema. Solo conociendo estos datos podrán formularse políticas sociales acertadas.
Sobre las víctimas y los agresores
Se pudo establecer que en el 90,9% de los casos de femicidios consumados en Venezuela, ocurridos durante el mes de febrero de 2024, el agresor es de nacionalidad venezolana. Y en caso de femicidios frustrados, el 91,7%. Para los femicidios consumados, así como los frustrados, la edad de los agresores no arrojó un dato significativo, salvo que uno de los agresores fue un adolescente. La edad de su víctima no se pudo establecer.
Frente a 23 acciones femicidas, solo un caso (frustrado) reseña para el ofensor la existencia de antecedentes penales por violencia de género. Del monitoreo de femicidios consumados se documentó que el 36,4% de los agresores están en fuga. El 45.5% fue posteriormente aprehendido.
Violencia de género en el ámbito privado
En cuanto a la relación afectiva entre agresor y víctima en los femicidios consumados, tenemos que en 27,3% de los casos se trató de vínculos de parejas y ex parejas (con o sin convivencia bajo el mismo techo). Para el 36,4% de los casos se trata de miembros de la misma familia (padre, padrastro, hermano, hijo, hijastro, primo, etc.).
Sobre los casos de femicidios en grado de frustración, 41,7% registra vínculos de parejas y ex parejas (con o sin convivencia bajo el mismo techo). Mientras 25% registra ser miembros de la misma familia. Al cruzar la categoría de análisis de relación afectiva entre víctima y agresor, con la categoría que explora la participación de mujeres como coautoras o cómplices en la violencia femicida, en los casos de femicidios consumados tenemos que en los 2 casos donde hubo la participación de mujeres, el vínculo con la víctima es el de ser miembros de la misma familia.
La violencia de género comenzó a tener visibilidad mediante el reconocimiento de la violencia intrafamiliar, debido a la lucha entablada por las mujeres durante décadas. La violencia de género en el ámbito privado cuenta con un respaldo jurídico y simbólico mucho más antiguo y consistente que la violencia que ocurre en el espacio público. Este contexto se refuerza por el hecho de que el imaginario social aún relaciona la violencia de género con los celos, pasiones despertadas en el escenario de relaciones amorosas, o al rechazo a constituir o reanudar dichas relaciones.
Los reportes periodísticos solo reflejan tres casos que reflejan claramente las motivaciones: uno, por escena de celos; otro, porque la víctima había decidido terminar la relación; y el tercero, precedido por disputas de base económica.
Femicidios en el espacio público
En cuanto al ámbito de ocurrencia de los femicidios consumados, el 63,3% de los casos ocurrió en el ámbito privado (casa de la mujer, del hombre o de ambos). Otro 18,2 % ocurrió en plena calle. El 70% de los femicidios frustrados ocurrió en el ámbito privado y 20% en plena calle.
El espacio público ha significado para las mujeres un paradójico sentimiento de visibilidad e invisibilidad, en la medida en que son percibidas como cuerpos, siendo estos objetos de ultraje y, al mismo tiempo, invisibles como sujetos de derechos. La esfera pública, lejos de ser un espacio de igualdad, se convierte en un espacio de incómoda visibilidad que aparece como sinónimo de amenaza, angustia y preocupación por su seguridad.
A las niñas y adolescentes se les sigue educando para lidiar con el espacio público sobre la base del “temor del mundo que habita fuera de la casa”. Se trata de una violencia que denuncia la misoginia que se vive en la cotidianidad, una violencia a la cual están sujetas todas las mujeres por el simple hecho de serlo.
Desde el Observatorio planteamos diversas interrogantes: ¿se trata de mujeres que viven en desventaja social (baja escolaridad, desempleadas, pobreza crítica, inseguridad alimentaria, etc.)? ¿Cómo es el reparto geográfico desde la estadística del Estado? Son interrogantes que siguen abiertas a la espera de una respuesta del Estado.
Control de armas de fuego y femicidios
El 36,4%, de los femicidios consumados presentan como mecanismo de comisión la utilización de manos y pies, dado que la muerte violenta se produce a consecuencia de puño y patadas. En el 27,3% la muerte violenta es producto de la utilización de un arma blanca o punzo penetrante. En el 18,2% de los casos explorados en los medios de comunicación se utilizó un arma de fuego corta.
En nuestro país es necesaria la investigación social sobre la relación que existe entre las armas de fuego y los femicidios. Debería considerarse a las armas de fuego como factor relevante en políticas públicas desde una perspectiva de género, con miras a prevenir femicidios. Valdría la pena explorar si el arma de fuego se usa aún más frecuentemente para amenazar a la víctima, siendo esta amenaza a menudo una señal predictora de un femicidio. Sobre todo por las políticas recientes en Venezuela donde el porte de armas de fuego se encuentra limitado al cumplimiento de los requisitos establecidos en el artículo 19 de la Ley para el Desarme y Control de Armas y Municiones. De allí que habría que indagar si aquellos que cometen femicidio mediante arma de fuego presentan a su vez un porte lícito de armas. Cualquiera que sea el sentido de la respuesta, en un verdadero estado de derecho, daría paso a radicales ajustes normativos.
Para los femicidios frustrados, el mecanismo de comisión por excelencia fue el arma blanca o punzo penetrante, en el 83,3% de los casos.
Femicidios de mujeres venezolanas en el exterior
En el mes de febrero hubo 4 muertes violentas de venezolanas en el exterior. No hubo femicidios en grado de frustración. En promedio, cada 7 días hubo una acción femicida contra una mujer venezolana en el exterior. El 50% de los casos ocurrieron en Colombia. Otro 25% de los casos ocurrieron en Estados Unidos y el restante 25% en Ecuador.
En el 50% de los casos la víctima se encontraba entre los 22 a 30 años (jóvenes adultas), y el otro 50% de 34 a 45 años (mujeres en adultez plena). El femicidio ocurrió en el ámbito privado (la casa del agresor y la mujer) en el 50% de los casos. No se mencionó la aparente motivación del agresor en el 75% de los casos. En un 25% de los casos la motivación del agresor fue que la víctima había decidido separarse. En un 25% de los casos el cuerpo de la víctima presentó mutilación/descuartizamiento.
Sobre los contextos femicidas, un 75% de los casos se trataba de un femicidio íntimo y en un 25% de los casos no se registraron datos al respecto en los medios digitales. En el 50% de los casos se utilizó un arma blanca o punzo penetrante como mecanismo de comisión del hecho delictivo. En otro 25% de los casos se utilizó la propia mano y pies (golpes de puño/ patadas) y en un 25% de los casos el arma o mecanismo de comisión fue diferente a los enlistados como posibilidades en la investigación.
Respecto a la detención del agresor, en un 50% de los casos el agresor se fugó y en otro 50% de los casos el agresor fue aprehendido posteriormente. En un 75% de los casos existía un vínculo de parejas y exparejas entre víctima y agresor. En otro 25% de los casos el vínculo era distinto a las opciones colocadas en la investigación.
Ausencia de políticas preventivas
El Estado sigue sin garantizar la protección inmediata e integral que requieren las niñas, adolescentes y mujeres víctimas de violencia. Se desconocen los programas que se han desarrollado y las inversiones que se han hecho para asegurar el correcto funcionamiento de los órganos, servicios y programas que tienen competencia en la prevención de los femicidios. Los femicidios, y más aún los infantiles, son muertes prevenibles que requieren la aplicación urgente de una adecuada política preventiva.
Consulte el monitoreo de femicidios del mes de febrero