Desde mediados de 2018, en el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) hemos estado trabajando arduamente en el empoderamiento de mujeres en algunas de las comunidades más vulnerables de Venezuela. En La Dolorita, por ejemplo, el acceso al agua potable ha sido un desafío durante más de 20 años, el 70% de los hogares no cuenta con energía eléctrica de forma directa y muchos enfrentan altos índices de violencia. Según una exploración de seguridad alimentaria que realizamos en esta parroquia, el 45% de las mujeres encuestadas han tenido que dormir con hambre al menos cuatro veces al mes debido a la falta de comida.
A estos problemas se suman la falta de conocimiento sobre los derechos de las mujeres, dificultades para mantener a niñas y adolescentes en el sistema educativo, conflictos entre sectores comunitarios, y la carga casi exclusiva de las labores del hogar que recae sobre las mujeres.
Nuestro contacto diario con ellas nos ha permitido comprender la gravedad de estos desafíos, pero también ha revelado su enorme deseo de transformar su realidad. Estas mujeres resilientes han forjado lazos de confianza y colaboración, aprendiendo juntas y empoderándose en sus derechos, convirtiéndose en lideresas comunitarias y trabajando por la paz en un entorno complejo.
Junto a ellas, hemos desarrollado diversas iniciativas. La ludoteca comunitaria es una de ellas. En este espacio el juego fomenta el crecimiento personal y la convivencia pacífica. Además, ante un sistema educativo deteriorado, establecimos un voluntariado de mentoras universitarias, las cuales motivan a niñas en riesgo de deserción escolar a seguir en la escuela.
También hemos formado a 50 mujeres para ofrecer apoyo a sus vecinas para que puedan reconocer las señales de violencia basada en género y buscar orientación especializada. Y gracias a los huertos comunitarios y a las asesorías para las siembras, las mujeres han cultivado en los terrenos disponibles en sus comunidades, lo que no solo les proporciona alimentos para sus familias, sino que fomenta un enfoque sostenible de la producción.
Finalmente, el club de lectura les ha permitido hacerse dueñas de sus propios procesos de crecimiento personal ampliando el mundo interior a través de libros donde las mujeres analizan su realidad y la comparan con el espacio imaginario de las páginas que recorren. Las lecturas escogidas por ellas mismas, que hacen énfasis en personajes femeninos fuertes, favorecen de manera significativa la erradicación de estereotipos de género. Sin embargo, este acercamiento a la lectura se ha visto dificultado para muchas mujeres mayores por la imposibilidad de adquirir lentes para la presbicia.
Necesitamos de tu apoyo para que ellas puedan continuar este viaje de empoderamiento y cambio. ¡Únete en esta noble causa para construir un futuro lleno de esperanza y oportunidades para estas mujeres venezolanas!