Ilustración: Daniel Hernández García
En Sudáfrica, cuya población es mayoritariamente negra, se estableció un régimen de segregación racial, incluso mucho antes de la independencia. La minoría blanca tenía todos los derechos y libertades, mientras que las personas de raza negra no podían votar, ni circular libremente por el territorio, entre otras restricciones.
Desde 1950 el Congreso Nacional Africano (ANC), partido político al que pertenecía Nelson Mandela, adoptó la desobediencia civil en rechazo a las políticas del gobernante Partido Nacional. Al principio utilizó formas violentas de lucha, pero los desacuerdos sobre el uso de la vía no pacífica para lograr cambios persistían y se adoptaron otras formas no violentas.
La constante presión nacional encabezada por la resistencia civil, el repudio internacional al apartheid y las reformas impulsadas por Frederik De Klerk, pusieron fin a la segregación. En 1994 Nelson Mandela se convierte en el primer presidente negro de Sudáfrica, dando inicio a una democracia multirracial.
Contexto
En 1910 se formó la Unión Sudafricana, conformada por las cuatro principales repúblicas de la región, Basotholand (actualmente Lesoto), Bechuanaland (actualmente Botsuana), Suazilandia y Rodesia (actualmente Zimbabue). A las personas de raza negra dentro de la Unión no se les dio derecho al voto.
Aunque los negros constituían el 75% de la población, tenían fuertes restricciones, incluso laborales. No podían pertenecer al ejército y necesitaban pases especiales para movilizarse por el territorio. En 1939 se promulgó una ley que reservaba a los blancos el dominio sobre el 92% del territorio.
En 1948 gana las elecciones el Partido Nacional, que simpatizaba con la Alemania nazi, y estableció un sistema de segregación racial conocido como apartheid, que en Afrikáans significa separación.
Se creó un conjunto de leyes que separaban las razas y marcaban evidentes ventajas para los blancos, concentrando para esta minoría racial los privilegios políticos, económicos y sociales, en detrimento de los derechos y las libertades de la mayoría negra.
El apartheid establecía que el derecho al voto estaba reservado exclusivamente para los blancos. Las zonas residenciales de los negros estaban alejadas de las de los blancos, debían estudiar en escuelas separadas y su educación era limitada. Se prohibió el matrimonio interracial y miles de viviendas en zonas de mezcla racial fueron destruidas.
Desde 1950 el Congreso Nacional Africano (ANC), partido político fundado en 1912 para lograr el voto para los negros, adoptó la desobediencia civil en rechazo a las políticas del Partido Nacional. En 1960 el Congreso Panafricanista (PAC) promovió una protesta solicitando a sus partidarios concentrarse sin sus pases de circulación. La policía irrumpió en las manifestaciones y asesinó a 69 personas en Sharpeville, a raíz de lo cual el gobierno suspendió temporalmente las leyes de pases, pero ordenó la ilegalización del ANC y otras organizaciones políticas de oposición, generando mayores protestas, que culminaron con detenciones, encarcelamientos, exilio y asesinatos.
En la década de 1960, Naciones Unidas promovió diversas campañas en rechazo al apartheid, alentando la presión internacional. Las medidas y sanciones de los Estados, así como las campañas de organizaciones de la sociedad civil, estaban dirigidas a aislar al régimen sudafricano y a apoyar al movimiento en favor de la democracia.
En 1961 se llevó a cabo un referéndum tras el cual Sudáfrica se independizó del Reino Unido. El mundo expresó con mayor contundencia su rechazo al apartheid y muchos países rompieron relaciones diplomáticas y comerciales con Sudáfrica. Internamente se produjeron diversos movimientos anti-apartheid. Las protestas contra el sistema de segregación racial fueron duramente reprimidas. Pero a pesar del rechazo internacional y las manifestaciones internas, los sucesivos gobiernos adoptaron una política de Estado racista.
Entre 1963 y 1964 tuvo lugar el proceso de Rivonia, un juicio en el cual diez líderes del ANC fueron juzgados por 221 actos de sabotaje, dirigidos a derrocar al régimen segregacionista. Entre los condenados estaba Nelson Mandela, quien se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid.
En 1989 la economía entra en crisis. En 1990 Frederik De Klerk reemplaza al presidente Pieter Botha como líder del Partido Nacional y posteriormente como presidente. Comienza el desmantelamiento del apartheid y los partidos de oposición, como el Congreso Nacional Africano, son legalizados. Nelson Mandela es liberado tras 27 años de prisión.
Un referéndum realizado en 1993 aprueba las reformas iniciadas por De Klerk, que incluyeron el derecho al sufragio para las personas de raza negra. El presidente De Klerk y el Congreso Nacional Africano firman un Acuerdo Nacional de Paz para poner fin a la segregación. En 1994 se realizaron las primeras elecciones democráticas en Sudáfrica. La población negra, a la que por años se le negó el derecho al voto, acudió a las urnas y Nelson Mandela fue electo presidente.
En 1998 se establece una Comisión de la Verdad y la Reconciliación, presidida por el arzobispo Desmond Tutu, para revisar las violaciones de derechos humanos cometidas durante el apartheid y establecer los responsables.
Educación para defender los derechos humanos y alcanzar la paz
Ante el aparente fracaso de otros métodos, los líderes opositores llegaron a considerar que la única vía para lograr poner fin al apartheid y a la represión del régimen era la lucha armada. Patrocinaron un movimiento armado denominado Umkhonto we Sizwe con sede en Angola, que iniciaría una campaña de sabotaje, no de enfrentamiento directo, como preparación para una guerra de guerrillas. Sin embargo, los desacuerdos sobre el uso de la vía violenta para lograr cambios persistían.
La resistencia civil renace a mediados de la década de 1970 con diversas huelgas, protestas de escolares y la aparición de una nueva generación de organizaciones lideradas por estudiantes. En 1983 se forma el United Democratic Front (UDF), una coalición de más de 700 organizaciones cívicas, eclesiásticas, estudiantiles y obreras cuyo objetivo era establecer una Sudáfrica unida.
Repartieron volantes puerta a puerta, hicieron eventos al aire libre y organizaron movilizaciones masivas. Su principal vía de acción era educar a la población sobre sus derechos. Lograron apoyo del exterior para una estrategia de presencia comunicacional bajo un propósito común: el fin del apartheid.
Tras cuatro años de negociaciones y la firma del Acuerdo de Paz Nacional, Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica, marcando el inicio de una democracia multirracial. De Klerk y Mandela recibieron el Premio Nobel de la Paz en 1993 por sus esfuerzos para poner fin a la segregación racial.