El proceso de movilidad humana inicia incluso antes de la salida del país de origen. Desde el momento en que la persona toma la decisión de salir y organizar su partida comienza a advertir las condiciones en las que va a emprender su viaje, el análisis de las rutas y medios disponibles de acuerdo a sus recursos económicos, las redes de apoyo y las personas con las que cuenta durante el traslado y en el país de acogida. Así como la capacidad y posibilidad de acceder a los requisitos de legalidad en el país receptor, al mercado laboral y al sistema de salud, entre otros asuntos prioritarios.
Ahora bien, respecto a las personas venezolanas que deciden salir del país, es necesario tomar en cuenta que en un gran número de casos lo hacen bajo condiciones de vulnerabilidad. La precaria situación en la que se encuentran viviendo en Venezuela debido a la emergencia humanitaria compleja que atraviesa el país y a la crisis de múltiples dimensiones, que le afectan en el acceso a la alimentación, a la salud, a los servicios más básicos, a la educación y en general al ejercicio de sus derechos civiles, sociales, políticos y culturales, se trasladan a las condiciones bajo las cuales va a emprender su salida del país.
Así pues, en un contexto en donde las personas no cuentan con los recursos para salir de Venezuela a través de los medios idóneos, deben enfrentarse entonces a vías irregulares para dejar el país y asentarse en otro. Además, por durante el traslado siguen experimentando ese estado de vulnerabilidad que las motivó a salir del país.
Sin embargo, aunque el proceso migratorio de un gran número de venezolanas y venezolanos es realmente dramático debido a estas situaciones preexistentes, debemos hacer énfasis en la experiencia particular de las mujeres, porque en ellas ocurren fenómenos que las afectan de forma diferenciada y desproporcionada.
En Venezuela se mantiene una distribución desigual de las labores domésticas y de cuidado, esto trae consecuencias en el desarrollo personal y profesional de las mujeres y en los ingresos económicos percibidos. Durante el año 2021 se estimó que al menos el 15% de las mujeres con hijos o hijas en Venezuela se encontraron obligadas a la inactividad en el mercado laboral remunerado. Además, durante ese mismo año, se encontró que el ingreso de los hombres superó en al menos un 17.7% al de las mujeres[1].
Organizaciones de la sociedad civil venezolana han destacado las condiciones propias de la salud femenina, como la falta de acceso a la salud sexual y reproductiva y la pobreza menstrual. El Fondo de Población de Naciones Unidas reconoce la pobreza menstrual como una condición que incrementa la vulnerabilidad de niñas, adolescentes y mujeres ya que conlleva que pierdan días de escuela y trabajo, con consecuencias importantes y perdurables para su educación y su desarrollo laboral. También, una deficiente higiene menstrual puede conllevar a mayores riesgos de infección[2].
En materia de alimentación, el diagnóstico realizado por la alianza Con Ellas evidenció que entre las mujeres encuestadas que ejercen la jefatura de su hogar, 47,79% señaló que la cantidad de alimentos que llevan a sus hogares es deficiente, mientras que el 18,83% y el 14,15% indicó que era escasa o muy escasa respectivamente. El 63,60% de ellas señaló que se gasta casi todo el presupuesto familiar en adquirir alimentos[3].
En este contexto, muchas de las mujeres venezolanas deciden salir de Venezuela, pero antes de emigrar enfrentan todas estas condiciones que la hacen encontrarse en un estado vulnerabilidad y riesgo diferenciado. Así pues, de acuerdo con un estudio realizado por el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), junto a otras organizaciones, se registró que las cuatro principales dificultades durante el viaje de mujeres entrevistadas fueron las siguientes: falta de recursos (67%), carencia de comida/agua (35%), falta de medios de transporte (33%) y falta de información (33%)[4].
En definitiva, todos estos factores económicos y sociales están impulsando a las mujeres a una salida del país en condiciones inadecuadas que las llevan a la búsqueda de nuevas alternativas para su autonomía económica y personal, que en muchos casos las expone a situaciones de mayor exclusión y discriminación.
Finalmente, el llamado ante este contexto es a los países de tránsito y de acogida, y a las organizaciones internacionales, regionales y no gubernamentales, en especial a los actores humanitarios, a tomar en cuenta en un plan de respuesta de atención y protección estas situaciones preexistentes que agravan las condiciones migratorias de quienes salen de Venezuela, en donde el género no es neutral, ya que la crisis venezolana, como lo hemos visto, afecta de forma diferenciada en las condiciones de vida de las mujeres, en la forma cómo están saliendo del país, y en los riesgos que luego enfrentan en el tránsito y en el país de acogida, cuyo tema abordaremos con mayor profundidad en una próxima entrega.
Lea el primer artículo de esta serie Las mujeres venezolanas en condiciones de movilidad experimentan altos riesgos de violencia y discriminación.
[1] Encovi 2021: En Venezuela persisten las desigualdades basadas en género https://cepaz.org/staging/articulos/encovi-2021-en-venezuela-persisten-las-desigualdades-basadas-en-genero/
[2] UNFPA. 2021. La menstruación y derechos humanos – Preguntas frecuentes. Disponible en: https://www.unfpa.org/es/menstruaci%C3%B3n-preguntasfrecuentes#%C2%BFQu%C3%A9%20es%20la%20pobreza%20del%20per%C3%ADodo
[3] Alianza Con Ellas. 2022. 7 propuestas para las venezolanas: El impacto diferenciado de la Emergencia Humanitaria Compleja (EHC) en niñas, adolescentes y mujeres en Venezuela y propuestas para atender sus necesidades. Disponible en: https://www.venezuelablog.org/es/plataforma-con-ellas-siete-propuestas-para-la-reduccion-de-desastres-enemergencias-humanitarias-complejas-caso-venezuela
[4] Cepaz et al. 2019. Situación de la movilidad humana de mujeres y niñas venezolanas con enfoque diferencial de derecho y de género. Disponible en: https://cepaz.org/wp-content/uploads/2019/03/Informe-DEF-EDI.pdf.