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Malala y su cruzada a favor de la igualdad de oportunidades para las mujeres

“Pero las cosas cambiaron. Cuando tenía diez años, Swat, que era un precioso lugar turístico, se convirtió de repente en un nido de terrorismo. Más de 400 escuelas fueron destruidas. Se prohibió que las niñas fueran a la escuela. Las mujeres recibían palizas. Se mataba a personas inocentes. Todos sufríamos. Y nuestros sueños maravillosos se convirtieron en pesadillas”.

Este párrafo forma parte del discurso pronunciado por Malala Yousafzai al recibir el Premio Nobel de la Paz en diciembre de 2014. La joven, de nacionalidad paquistaní, hizo en esa oportunidad un brillante alegato a favor de la educación de las mujeres.

En este magnífico discurso, Malala establece un hilo conductor entre su historia personal, la situación en su país, y los sueños para el futuro: “…soy sólo una persona comprometida y testaruda que quiere ver cómo todos los niños reciben educación de calidad, que quiere igualdad de derechos para las mujeres y que quiere paz en todos los rincones del mundo”.

“¿Por qué razón países que llamamos ‘poderosos’ tienen tanto poder para crear guerras y son tan débiles para traer la paz? ¿Por qué razón dar fusiles es tan fácil y dar libros es tan duro? ¿Y por qué razón es tan fácil fabricar tanques y tan difícil construir escuelas?”

Ella fue víctima, como tantas mujeres, niñas y adolescentes de su país, de la opresión y la violencia. “Cuento mi historia no porque sea única, sino porque no lo es”. Esta es una frase de su discurso que resume la realidad de millones de niñas alrededor del mundo. Pero para Malala, los sucesos que marcaron su vida lejos de amedrentarla, forjaron su carácter, y la convirtieron en una mujer que se expresa de manera decidida a favor de la no discriminación.

En 2009 Malala escribió un blog para la BBC donde narraba cómo era su vida bajo la ocupación de talibán. Además, publicaba escritos a favor de la educación de las niñas. Luego que The New York Times rodara un documental​ sobre su vida, se fue haciendo cada vez más conocida, concediendo entrevistas e incrementando su labor de activismo.

El 9 de octubre de 2012 un hombre armado subió a un autobús escolar. Llamó a Malala por su nombre y le disparó tres veces. Permaneció inconsciente y en estado crítico varios días. Tras su recuperación, emprendió con mayor empeño su cruzada a favor de la igualdad de oportunidades para las mujeres.

Mujeres en los procesos de paz

Esta igualdad de oportunidades debe también reflejarse en la participación de las mujeres en los procesos de paz. Los conflictos las afectan de manera diferenciada y sus consecuencias devastadoras acentúan las brechas de género. Las mujeres integran en mayor porcentaje las poblaciones desplazadas y refugiadas por los conflictos y durante los mismos se suelen usar tácticas específicamente dirigidas en su contra, como la violencia sexual. A pesar de ello siguen siendo excluidas de los procesos de paz.

Cifras de ONU Mujeres revelan que “entre 1992 y 2018, las mujeres representaban el 13% de quienes negociaban, el 3% de quienes mediaban y sólo el 4% de firmantes en los principales procesos de paz”. Sin embargo, a pesar de su escasa participación, la probabilidad de que un acuerdo de paz dure al menos dos o 15 años aumenta un 20% y 35%, respectivamente, cuando cuenta con mujeres.

Una de las razones es que los acuerdos que surgen de procesos con mayor participación de las mujeres responden mejor a la diversidad de necesidades e intereses de la población. Por eso las transiciones políticas más exitosas han sido aquellas que incluían la perspectiva de género, casi siempre puesta sobre la mesa por mujeres. Solo así se alcanzan acuerdos que propicien un verdadero cambio social, el respeto a los derechos humanos, la solidaridad entre los pueblos y una paz realmente duradera.

 

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