Ilustración: Daniel Hernández García
En 1956 se produjo la independencia de Sudán del Reino Unido. El norte de Sudán, árabe y musulmán, y el sur, donde coexistían el cristianismo y el animismo, se mantuvieron en pugna desde 1955. En 2011 se separaron en dos naciones.
Una sucesión de golpes de estado, y fuertes periodos de inestabilidad política, llevan a Omar al-Bashir al poder, quien gobernó el país durante tres décadas, coartando las libertades, reprimiendo de manera violenta las manifestaciones, e impidiendo toda forma de organización de la sociedad civil.
Tras diversos periodos de protestas que dejan como saldo cientos de muertos, al-Bashir pierde el apoyo de los grupos que lo rodeaban y se inicia el camino a la transición. Para 2022 están planteadas unas elecciones generales. La participación de los jóvenes en este proceso fue decisiva, pues con el uso de las redes sociales mantuvieron activas las protestas y las exigencias por mayores libertades.
Contexto
Sudán se independizó del Reino Unido en 1956. Para 1958, Ibrahim Abbud era el comandante en jefe del Ejército. Ese mismo año dio un golpe de Estado e instauró una dictadura militar. En 1964 el Frente Nacional lo destituye restaurando el régimen constitucional.
En 1965 fue elegido presidente Ahmed Mahgub. Se produce un nuevo golpe de Estado dirigido por Yaffar al-Numeiry, quien prohibió los partidos políticos y acabó con la oposición, desencadenando una violenta represión que incluyó la prohibición de todas las formas de organización de la sociedad civil.
En 1971 ocurre un nuevo golpe militar que derrocó a al-Numeiry, pero con el apoyo de Libia y Egipto volvió al poder y la represión se intensificó. En 1977, tras sortear varios intentos de golpe de estado, al-Numeiry fue reelecto presidente. Para 1980 se produce la reorganización del país en seis regiones, con gobiernos locales y limitada autonomía.
El norte de Sudán, árabe y musulmán, y el sur, donde coexistían el cristianismo y el animismo, se mantenían en pugna desde 1955. La guerra, sumada a las sequías y la hambruna, produjeron más de un millón de muertes en el país.
En 1985 al-Numeiry fue derrocado por un golpe militar, asumiendo el poder el general Abderrahman Swaredahab. Tras las elecciones de 1986, Sadeq al Mahdi asumió como jefe de gobierno, intentando enfrentar la grave crisis económica y mantener el control. En 1989 un golpe incruento derrocó al gobierno, disolviendo el Parlamento. Omar al-Bashir, lideró este movimiento. El país seguía sumido en una guerra separatista y los intentos de al-Bashir de ponerle fin fueron infructuosos. En 1996 al-Bashir llamó a elecciones generales y presidenciales, pero primero declaró un alto el fuego unilateral. Los ilegalizados partidos políticos pidieron boicotear el proceso electoral y al-Bashir fue elegido sin oposición en 2000.
En 2003 inicia el genocidio en Darfur. Los intentos de sofocar el alzamiento de dos grupos opositores, el Sudan Liberation Movement/Army y el Justice and Equality Movement, causó la muerte a 300.000 personas, la destrucción de pueblos enteros y hubo más de 4 millones de personas desplazadas. Al-Bashir fue acusado ante la Corte Internacional de Justicia.
En 2005 al-Bashir firma un acuerdo de paz con el Liberation Movement/Arm y se instala una misión de las Naciones Unidas en Sudán. En 2006 se firma un nuevo acuerdo de paz con el “Eastern Front”, una coalición de grupos armados que operaba en el este de Sudán. Y finalmente se firma el Acuerdo de Paz de Darfur.
Para el año 2011 se produce un referéndum y se proclama la independencia de Sudán del Sur. Este proceso buscaba poner fin a los problemas étnicos y territoriales entre el norte y el sur, que siempre fueron dos territorios bien diferenciados. Sudán del Sur se convierte así en la nación más joven del planeta.
La situación económica se agudiza y surgen nuevas manifestaciones, de 2011 a 2013, que fueron reprimidas violentamente, dejando cientos de muertes. Una vez más al-Bashir hace un llamado a elecciones en el año 2015, pero incumple la promesa de no presentarse como candidato. Gana el proceso comicial, en el que la oposición se abstuvo de participar por considerar que no cumplía con las condiciones necesarias.
Un nuevo ciclo de protestas se produce en 2018, debido inicialmente al aumento de los precios y la escasez de alimentos, pero continúan en exigencia de mayores libertades. Los grupos de oposición se unen para hacer frente a la represión que cada día es más fuerte. Pero también las protestas se hacen más frecuentes y cuentan con mayor participación del pueblo. Los grupos que rodean a el-Bashir le retiran su apoyo. Se instala un Consejo Militar Transitorio (Transitional Military Council).
Las arremetidas contra los manifestantes no cesan. En junio las fuerzas de seguridad disparan y disuelven una protesta que ocurría al frente de la sede militar, en un hecho conocido como la masacre de Jartum. Los cuerpos de las víctimas fueron lanzados al Nilo. La rebelión interna es cada vez mayor. Sudán es expulsado de la Unión Africana
Se crea la coalición Forces of Freedom and Change (FFC) en 2019, integrada por diversas organizaciones, que exige la salida inmediata de al-Bashir del poder. Se negocia una ruta para la transición. Con la firma del Proyecto de Declaración Constitucional, se disuelve el TMC y se instala un Consejo Soberano de Sudán cívico-militar como jefe de Estado. Es designando un nuevo presidente del Tribunal Supremo (Nemat Abdullah Khair) y un nuevo primer ministro (Abdalla Hamdok).
Este Consejo está integrado por 5 civiles y tiene como prioridades encontrar la paz, la justicia social y lograr la estabilización económica,¡ que permita el desarrollo de la nación. Para el 2022 están planteadas unas elecciones generales en las que los miembros del consejo y otros políticos de alto rango no podrán participar.
Desafiando el autoritarismo a través de las redes sociales
La sociedad civil fue debilitada de manera deliberada, persiguiendo a las organizaciones sindicales y disolviendo los llamados comités populares de barrio que movilizaban a los residentes en torno a temas de interés común. Estos grupos fueron los impulsores de varios periodos de protestas. Se formaron agrupaciones sindicales afectas al régimen y se constituyeron comités vecinales que, en base a vínculos clientelistas, ejercían el control de la población.
Durante las protestas de los años 2018-2019 los ciudadanos comenzaron a sumarse cada vez en mayor número a las exigencias, y aparecieron formas creativas de protesta contra la violencia de tres décadas liderada por el régimen y los cuerpos de seguridad.
Los jóvenes tuvieron un papel fundamental en mantener las protestas vivas en las calles. Desafiaron al autoritarismo convocando a las movilizaciones a través de las redes sociales. Una campaña masiva usó una imagen de perfil de Facebook azul que representaba la paz para Sudán y la etiqueta #BlueforSudan
Estas tácticas de movilización digital desafiaron la propaganda del régimen, basada en las fake news. Los mensajes que los jóvenes enviaban promovían la libertad, la paz y el cese de la represión. La sociedad civil comenzó a florecer y actualmente trabaja activamente no solo para alcanzar un cambio político, sino en atender las necesidades de la población.