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Lección de paz: Checoslovaquia

Ilustración Daniel Hernández García

La Revolución de Terciopelo representó para Checoslovaquia un viraje en el modelo político y social y un triunfo del movimiento disidente anticomunista y pacífico, que movilizó a la ciudadanía para exigir la salida del Partido Comunista del poder.

Los grafittis, pancartas, canciones, poemas, y demás manifestaciones creativas, que fueron coordinadas por artistas, estudiantes y maestros a través de los llamados centros de consignas, fueron una vía para expresar el rechazo al régimen comunista.

En 1993 el territorio de Checoslovaquia se dividió en dos naciones, dando paso al surgimiento de la República Checa y de Eslovaquia.  El líder divisionista Vaclav Havel, impulsor de  la Carta del 77 que exigía el respeto por los derechos humanos, fue electo presidente y gobernó la República Checa.

Contexto

Tras la creación del Partido Comunista de Checoslovaquia, que ejerció un control férreo del poder luego de ganar las elecciones parlamentarias de 1946, y hasta 1989 que se produce el triunfo de la Revolución de Terciopelo, se calcula que más de 250.000 checos fueron encarcelados por razones políticas, 243 fueron ejecutados, 3.000 murieron en prisión, 400 fueron asesinados al intentar cruzar la frontera y 22.000 fueron enviados a campos de concentración.

En 1968 el Partido Comunista, al mando de Alexander Dubcek, adoptó una serie de reformas, que incluyeron menos controles burocráticos y se permitieron ciertas libertades a la ciudadanía.

Las reformas generaron recelo en el seno del partido, ante la posibilidad de perder el control de la nación. En 1969 Dubcek es destituido de su cargo como secretario general y se restablece el control, cerrando los pocos espacios existentes para la convivencia y la deliberación.

Para la década de 1970 la represión aumenta en el país. El régimen se convierte en uno de los más opresivos del bloque soviético. El descontento de la población es capitalizado por la intelectualidad checa, que impulsa el surgimiento de un movimiento artístico anticomunista. Václav Havel, dramaturgo y escritor, fue uno de sus  líderes. Sus principales demandas eran la libertad de expresión, la participación política y la mejora de la calidad de vida.

En 1977, tras la Conferencia de Helsinki, Havel y otros líderes disidentes redactan la célebre “Carta del 77” que exige al gobierno comunista cumplir con los principios de los derechos humanos. La respuesta fue la persecución y arresto de los activistas, incluyendo a Havel.

El descontento social se hace más visible. En 1987 y 1988 se produjeron protestas masivas. Miles de personas salieron a las calles el Día Internacional de los Derechos Humanos, en una de las marchas más grandes desde la fundación de la República Socialista

Las manifestaciones se mantienen durante todo el año 1989. En noviembre de ese año la intensifican los abusos contra los estudiantes, lo cual aumenta el descontento de la población. Se crea una coalición de movimientos opositores con Havel como uno de los líderes importantes, que es conocida como el Foro Cívico, en el cual se reúnen activistas y grupos de oposición para deliberar y discutir propuestas creativas y pacíficas para la lucha por la democracia.

En 1989 se produjo la marcha de más de 250.000 personas a Praga, quienes demandaban el fin del régimen comunista y la celebración de elecciones libres. La presión de los movimientos pacíficos continuó aumentando sobre el Partido Comunista y el líder optó por renunciar.

Las manifestaciones se mantuvieron durante todo el mes de noviembre. El día 25 estalló una huelga general que paralizó al país, tras la cual se disolvió el gobierno comunista y se eligió un nuevo gobierno, conformado mayoritariamente por comunistas. Esa desigualdad produce nuevamente marchas masivas. El 18 de diciembre el Parlamento elige a Dubcek como primer ministro y a Havel como presidente. En 1990 se celebran las primeras elecciones libres.

Resistencia creativa y no violenta

La resistencia ciudadana no-violenta fue clave para lograr el cambio político. Y aunque la Revolución de Terciopelo fue determinante para alcanzar el fin del régimen comunista, los movimientos previos encabezados por diferentes actores sociales permitieron canalizar y visibilizar el descontento.

La intensa actividad del movimiento intelectual clandestino checo generó una disidencia cultural más que política, que estuvo representada en expresiones musicales y teatrales. Se retomó el uso de diversas estrategias que ya se habían puesto en práctica durante la Primavera de Praga, como los grafittis, carteles, pancartas, canciones y poemas. A esto se sumaron las grandes manifestaciones públicas en las principales ciudades del país, con una organización casi teatral, sin duda inspirada por Havel quien era dramaturgo. Entre ellas acciones como agitar las llaves al mismo para simbolizar el fin del régimen

Hubo treinta convocatorias a reuniones públicas por parte de grupos de derechos humanos en las principales ciudades de las cuales al menos la mitad culminaron en una violenta represión policial. La significativa reducción de las cantidad de manifestantes aguzó el ingenio de los estudiantes, quienes usaron nuevas técnicas para movilizar a la masa estudiantil, como pedir permiso para hacer concentraciones pequeñas en sitios alejados del centro de Praga y luego seguir caminando hacia sitios más emblemáticos.

Las protestas y acciones de resistencia creativa y no violenta y la presencia de la población en las calles en gran parte del territorio, visualizó el descontento general y logró el objetivo propuesto.

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