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Las tejedoras de sororidad de La Dolorita siguen comprometidas en construir la paz vecinal

La parroquia La Dolorita sobrevive en medio del abandono y el olvido del Estado, que niega a su población condiciones de vida dignas. Sin embargo, a pesar de la desesperanza, surge una fuerza liderada por mujeres, que están empeñadas en resistir y desarrollar una actitud resiliente frente a un contexto tan adverso.

Estas mujeres, empoderadas en sus derechos, se han comprometido con encontrar la forma de construir la paz vecinal, empezando por pequeñas transformaciones, como reemplazar las palabras que contribuyen al odio y la venganza por expresiones de esperanza y pensamientos positivos.

De varias mesas de trabajo realizadas como parte del proyecto de empoderamiento de mujeres de base que adelanta el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) en la comunidad desde hace más de tres años, surgió una agenda comunitaria, que entre sus acciones inmediatas contempla la elaboración de tres murales, para dotar de identidad similar a los sectores dentro de La Dolorita a los cuales pertenecen las distintas mujeres que forman parte del proyecto.

Impulsando la paz en la comunidad

Las tejedoras de sororidad decidieron que los murales fueran alusivos a la paz, a la belleza de compartir, como primer paso en la transformación hacia la comunidad que quieren.

Juntas, las mujeres de los tres sectores buscaron los sitios ideales para realizar los murales. En la zona ubicada entre La Lira y El Guamo, escogieron uno de los muros del colegio Mamá Margarita.

Allí, inspiradas por los mensajes y el legado de Nelson Mandela, que analizaron en el club de lectura,  decidieron plasmar una de sus frases en este primer mural, que realizaron el pasado 26 de enero: “Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo”, como muestra del valor de la palabra como herramienta para la resolución de conflictos.

Un árbol fue el motivo escogido para esta primera acción, cuyo tronco se fue llenando con la impresión de las manos de las tejedoras, las personas residentes de la zona, las niñas y los niños. A modo de hojas, las huellas coloridas de sus manos se convirtieron también en una especie de firma del compromiso que han adquirido con impulsar un movimiento de cultura de paz en la comunidad.

La agenda comunitaria de las tejedoras de sororidad de La Dolorita seguirá desarrollándose con nuevas acciones, enriqueciéndose con las propuestas de estas mujeres comprometidas y fortalecidas, dueñas de sus propios procesos de crecimiento personal.

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