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Exigir paz es nuestro derecho

No existe un único concepto de paz, ni todas las personas coinciden plenamente en cuáles son los elementos que la integran, pero la convicción de su necesidad es común en todas las sociedades.

El derecho a la paz es inherente a la dignidad humana. Todos queremos y tenemos derecho a vivir en paz y debemos estar además comprometidos a defender y a exigir que todas las personas puedan disfrutar de ese derecho.

Este derecho a la paz debe ser reconocido, garantizado y protegido por los estados, tanto para sus nacionales, como en sus relaciones con otros estados, en las cuales debe privar el respeto, los esfuerzos por mantener la paz, el rechazo al uso de la fuerza y el compromiso de adoptar soluciones pacíficas para la resolución de las diferencias.

Todas las personas tenemos derecho a exigir, por vías no violentas, para que el ideal común de una paz verdadera se materialice a través de la necesaria acción política y jurídica en cada nación del planeta. Esta exigencia debe hacerse por todos los medios éticamente posibles, respetando el derecho vigente, siempre y cuando este sea justo, e incluso oponiéndose por vías pacíficas a la legislación cuando esta sea a todas luces injusta y opresiva.

Cuando hablamos de paz verdadera o positiva no nos referimos únicamente a la ausencia de manifestaciones violentas o conflictos, pues “la paz negativa es la ausencia de conflicto cuando este ha comenzado. Esta apariencia de paz está asociada al silencio que se experimenta durante las dictaduras o en épocas donde hay un cese al fuego”.

La paz negativa confiere a los individuos un papel pasivo, los inmoviliza ante la opresión y criminaliza el ejercicio del derecho a la desobediencia civil, a la objeción frente a acciones que supongan amenazas para la paz y a la resistencia pacífica contra la violación de derechos humanos.

Para avanzar en la construcción de paz se necesita la participación de todas las personas, exigiendo desde el activismo ciudadano que se abran canales de comunicación y se generen posibilidades de acuerdos. Demandando que se logre una solución negociada a los conflictos y que se activen mecanismos de diálogo. Organizarnos para seguir exigiendo de manera pacífica nuestros derechos es la mejor manera de construir paz desde nuestros propios espacios.