A pesar de las limitaciones que impone la cuarentena, desde el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) hemos logrado reunirnos de manera virtual con las mujeres de La Dolorita. Durante estos encuentros avanzamos en las actividades enmarcadas dentro del proyecto que hemos estado desarrollando en esta parroquia desde hace tres años.
Preocupación, miedo e incertidumbre constantes
También hemos podido explorar cómo estas mujeres están viviendo la cuarentena. La mayoría coinciden en que la viven con preocupación. Uno de los motivos principales es la imposibilidad de cumplir con los protocolos de seguridad e higiene para prevenir el contagio de COVID-19 debido a la falta de agua en la zona, la imposibilidad de adquirir productos de higiene y la necesidad de salir diariamente a conseguir alimentos.
Como hemos denunciado, la declaración del estado de alarma y el establecimiento de la cuartentena obligatoria tomó por sorpresa a las habitantes de La Dolorita. Sin recursos para comprar y almacenar alimentos por largas temporadas, se ven en la obligación de salir cada día a buscar algo para cocinar y dar de comer a su familia.
En el grupo de mujeres con las que conversamos frecuentemente existe mucho miedo por no comprender bien todo lo que está pasando. Mucha incertidumbre por no tener suficiente información sobre la pandemia. Nervios ante la incógnita de hasta cuándo se extenderá la cuarentena. Es un reto saber cómo harán para poder tener agua, jabón, cloro o alcohol, como mínimo, para poder cumplir con las medidas para evitar el contagio
La preocupación es más visible ante la existencia en la comunidad de mujeres embarazadas y la carencia de recursos e insumos en los hospitales y centros de atención materna. También sienten mucho dolor por no poder saber cómo se encuentran sus familiares que migraron a otros países.
Servicios en alarmante deterioro
Las mujeres de La Dolorita manifestaron que los servicios públicos han desmejorado aceleradamete. El transporte es muy escaso. «Tenemos como dos camionetas prestando el servicio hasta Petare o Palo Verde. Cobran 20 mil bolívares. Casi nunca tenemos efectivo. Además de que es muy caro, tenemos que esperar hasta dos horas por una camioneta y no nos rinde el tiempo para hacer las compras, considerando la limitación de horas permitidas de tránsito», indicaron.
Para una comunidad que tiene casi dos décadas sin recibir agua por tuberías, es además imposible comprarla a camiones cisterna, pues «la cobran en dólares una parte y la otra en bolívares, y además en efectivo. Si no tienes efectivo puedes pagar por transferencia, pero debes pagar el doble».
Antes de la cuarentena se abastecían con la lluvia o de una toma conocida como el pocito. Pero ahora con la sequía y la soledad reinante en la parroquia buscar agua «es muy engorroso, por el camino tan inseguro y luego para subir las pimpinas de agua». Cargar agua se ha convertido en un problema de salud para las mujeres de la comunidad, quienes manifiestan padecer dolores articulares y musculares, así como deformaciones en las muñecas, entre otras dolencias.
En cuanto al servicio de gas, solo en algunos sectores tienen acceso. Cuando les consultamos a qué se debía esta situación, manifestaron que parte de la comunidad tiene dificultades para comprar el gas por «diferencias políticas», en clara alusión a las estrategias de control social que condicionan el acceso a servicios públicos, o a beneficios sociales, al apoyo político al oficialismo.
Derecho a la salud vulnerado
A todas las participantes en estos encuentros les preocupa que ninguno de los catorce módulos de Barrio Adentro que existen en La Dolorita funciona. Adicionalmente, en la clínica popular solo les atienden para un diagnóstico inicial y les dan los récipes para que busquen los medicamentos en otro lado, porque este centro de salud comunitario no cuenta con insumos para tratamientos. Los casos más complicados los remiten a otros hospitales. «Y esos hospitales están en peor estado», sin personal médico ni recursos, aseguran las mujeres de La Dolorita.
Las mujeres embarazadas tienen garantizada la atención del parto en la clínica popular, pero no están activos los servicios de control prenatal. Las que ya parieron no tienen acceso a métodos de control y planificación familiar.
Sobre el despistaje de posibles casos de COVID-19 muestran confusión, porque aunque en la parroquia se ha iniciado una campaña de visitas de médicos casa por casa para hacer test y puebas, en los sectores El Gusano y La Lira solo han realizado los test, pero no las pruebas. Aunque les han dicho que las pruebas la realizan a las personas que presentan síntomas, temen que haya contagiados asintomáticos.
Conseguir alimentos es también un desafío. Al aumento constante de los precios, las mujeres añaden que la caja suministrada por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) cada día trae menos productos y tarda más en llegar.
Expectativas a corto plazo
Las mujeres de La Dolorita esperan que se levante pronto la cuarentena, o que al menos sea flexibilizada, para poder realizar las labores que les generan ingresos. Agradecieron el acompañamiento que les ha brindado el equipo de Cepaz en estos meses y esperan poder seguir con su proceso de formación.
Para atender sus necesidades inmediatas hemos iniciado un programa de asistencia humanitaria cash en la comunidad. En la primera fase se beneficiarán 45 mujeres.
El objetivo del programa es cubrir parcialmente sus necesidades básicas, durante el tiempo que dure la contingencia por el COVID-19, a través de transferencias de base monetaria para comprar alimentos, productos de limpieza y de higiene personal.
Para poder seguir ayudando a las mujeres de La Dolorita necesitamos de tu aporte. Puedes donar directamente a Cepaz a través de PayPal, o por medio de Con Ellas, una plataforma para apoyar a mujeres y niñas afectadas por la crisis en Venezuela.
También puedes donar a través de la campaña en GoFundMe.