Como parte de la alianza entre el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), la Fundación para la Prevención de la Violencia Doméstica hacia la Mujer (Fundamujer) y el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela (CEM-UCV), el 18 de junio de 2020 se realizó una mesa de trabajo virtual, dirigida a las organizaciones de la Red Naranja que brindan atención a mujeres víctimas de violencia de género.
El encuentro fue propicio para compartir experiencias y buenas prácticas sobre atención a víctimas de violencia basada en género, así como propuestas para superar los desafíos de la prevención en medio de la pandemia. Participaron 14 servicios de atención a víctimas, ubicados en 6 estados del país, y un nutrido grupo de organizaciones que integran esta Red dedicada a trabajar por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
La actividad estuvo moderada por Beatriz Borges, directora ejecutiva de Cepaz, quien expresó que antes de la pandemia ya existían distintos desafíos, y que la COVID-19 puso a prueba las capacidades y herramientas para afrontar la violencia basada en género en medio del confinamiento en Venezuela, para ofrecer así una mejor atención a las mujeres sobrevivientes.
Posteriormente se abrió el espacio para una conversación sobre las buenas prácticas aplicadas en atención de las víctimas, los principales retos post COVID-19, la articulación y el apoyo entre pares y las reflexiones a futuro para la prevención de la violencia contra las mujeres de una manera integral.
Aumenta la gravedad de los casos atendidos
Ofelia Álvarez, directora de Fundamujer, compartió su experiencia. Manifestó que desde el 16 de marzo se encuentra en un estado de asombro permanente por los nuevos sucesos, y su impacto sobre la violencia de género. Nada de lo que está alrededor de la violencia doméstica o hacia la mujer en general está divorciado a la situación del país, dijo.
Expresó su preocupación por el aumento de la violencia, la cual ha sido más que por la cantidad de casos por la gravedad de los mismos, que ha sido muy significativa.
De atender casos enmarcados en tres o cuatro de las tipologías de las que se encuentran en la ley, pasó a registrar casos relacionados hasta con siete de dichas tipologías. Ejemplificó que, en el área vecinal, una mujer sola se presta para que todos quieran atacarla, y en el aspecto intrafamiliar, en reiteradas ocasiones la agresión no solamente proviene de la pareja, sino de los suegros, de la madre del victimario. Todas estas características hacen que la mujer víctima se encuentre más afectada en tiempos de pandemia. Además, en pandemia la mujer convive con el agresor más tiempo debido al confinamiento.
A su juicio, la situación de violencia se ha venido generalizando, al punto que hay víctimas de todas las edades, niveles educativos y procedencia. Desde un niño de un año lanzado al suelo, hasta una abuelita de 93 años de edad secuestrada por su hijo para aprovecharse de la situación. Esto quiere decir que la violencia está presente en todos los niveles socioeducativos.
Recalcó que son las mujeres las que asumen el mayor peso del cuido de sus familiares, no solo hacia sus hijos, una tarea que ya realizaba cotidianamente, sino incluso del maltratador, que ya estaba en proceso de irse, o tramitando un divorcio, pero que debido al confinamiento regresa ahora cuando quiere y sin tomar los cuidados para la prevención de la COVID-19.
Además las mujeres asumen mayores riesgos laborales para garantizar la productividad económica, siendo un factor importante a medir a través de indicadores de riesgo. Es un hecho que las mujeres buscan reinventarse y adaptarse a la situación actual, es decir, si antes había pocas alternativas de trabajo, ahora las mujeres las buscan «hasta por debajo de las piedras».
Instó a ayudar mucho más en estos momentos a las víctimas. “No es en la próxima cita, es ahorita, hay que ayudar en el aquí y en el ahora”. En este proceso es importante la asociación entre pares, analizando las posibilidades de atención de las demás organizaciones.
El enfoque para Álvarez debe ser integral y transversal, con enfoque de derechos humanos y perspectiva de género. Con un entendimiento de ello se puede incluso brindar consultas a hombres.
Considera que existe una gran necesidad de la intra e intercapacitación y una retroalimentación recíproca para mejorar el proceso de la entrevista y la relación con el grupo de atención. Pero sobre todo, no retroceder en la aplicación de la ley, pues la denuncia debe proceder, a pesar que la mujer le permita otra oportunidad al agresor.
La violencia comienza con las palabras
Isabel Zerpa, directora del CEM-UCV, reiteró que su preocupación fundamental es la atención a las mujeres y a las niñas víctimas de la violencia para erradicar este flagelo tan terrible, esta pandemia universal que no empezó en el mes de enero del 2020, esto comenzó hace muchísimo tiempo, y atenderlo implica tomar en serio la educación.
Sin duda, existe una urgencia en el abordaje del tema, ya que existen fallas. Se pregunta Zerpa en estos momentos de pandemia, qué modelos están viendo niños y niñas desde sus casas, cuando muchas personas, mujeres, niñas y adolescentes conviven con un maltratador, día y noche.
La pandemia pasará, pero no se llevará la violencia de género. Al contrario, se requiere profundizar en las situaciones graves que viven diariamente las mujeres, niñas y adolescentes. Expresó que es terrible la información que ha recibido sobre las vivencias de muchas de ellas, que en este momento están siendo abusadas por familiares.
Piensa que una de las cosas más importantes que se tiene que hacer es la sensibilización en el entorno familiar y educativo. El paso para toda mujer, niña o adolescente es tomar conciencia de su acceso a la palabra y se debe trabajar en este sentido, escuchar a las mujeres y hacer hincapié en una escucha activa frente a las adolescentes y a las niñas.
Hizo hincapié en que así como ha habido vivencias negativas, existen experiencias “positivas” para aprovechar el tiempo de permanencia en el hogar. Por ejemplo revisar qué se está haciendo, cómo es la comunicación de cada uno, los modelos que se les transmiten a los niños, niñas y adolescentes, y la relación comunicacional que se establece día a día.
El modelo de comunicación está instalado en la vida desde que se es persona, es necesario revisar la experiencia e iniciar a aprender a desaprender, desmoldar los estereotipos de género que han sido reproducidos del entorno familiar, cotidiano vecinal y en la comunicación.
Cree que la violencia no comienza con los golpes, comienza con las palabras y se debe revisar lo que se hace con las palabras. Dijo que es importante empezar a «quitarse la cobija del patriarcado, el patriarcado nos arropa y nosotros nos arropamos con el patriarcado».
Señaló que es importante en muchos momentos, «bajarse un poquito de la academia», pues se requiere mayor cercanía en la cotidianidad, sobre todo en el ámbito familiar, comunal e inclusive en nuestro entorno. Precisó que “quienes estamos en la academia, no la vamos a dejar nunca, estamos montadas en este compromiso que además es una experiencia de vida, no dejaremos de abordar esta situación, no dejaremos de insistir en la importancia de sensibilizar y de formar a la gente”.
Destacó que en medio de la pandemia está la respuesta efectiva de las organizaciones frente al dolor, a la agresión y a todo lo que están viviendo muchas mujeres y adolescentes en este momento.
Planteó la revisión de las estrategias y recursos para el abordaje, no solo con las mujeres, sino con las niñas y las adolescentes, a través de experiencias creativas que vinculen a las niñas y a los niños, adultos y adultas, con vivencias positivas vinculadas con el arte, la literatura, con el uso de las tecnologías, que si bien también hacen mucho daño y se debe estar atentos, se pueden utilizar para hablar de la violencia de género a través de la literatura infantil, feminista, con enfoque de género, que aborde toda la situación en la diversidad.
La articulación es fundamental
Jany Joplin González, integrante del equipo de Género de Cepaz, compartió la experiencia dentro la alianza con el CEM-UCV y Fundamujer, para brindar asistencia, acompañamiento y apoyo de manera remota a las víctimas en estos momentos de pandemia.
En este tiempo han enfrentado una variedad de situaciones irregulares agravadas, que se suman a las vivencias experimentados por las víctimas de violencia. Destacó que la articulación ha sido parte del éxito en la atención de las víctimas, a través del trabajo ampliado en alianza con otras organizaciones, personas y colegas de instituciones privadas y públicas.
Desde Redac, la Red de Activistas Ciudadanos por los Derechos Humanos, promovida por Cepaz a nivel nacional, se ha brindado asistencia en compañía de defensores y defensoras. Así se ha logrado dar respuesta a casos muy emblemáticos en el interior del país.
Gracias a este trabajo de articulación, Cepaz atendió un caso emblemático en Carabobo durante la pandemia. El de una mujer secuestrada por su pareja. Una organización hizo contacto con Cepaz solicitando ayuda para esta víctima, a su vez, se articuló con Mayela Carrillo de la organización No permitas malos tratos y se logró la aprehensión del agresor y la recuperación de la víctima de la violencia.
A pesar del confinamiento, el trabajo en alianza es vital para brindar la atención requerida a las víctimas, sobre todo porque existen limitaciones de desplazamiento para dar el apoyo y asistencia personalizada.
Desde la experiencia de Cepaz, han logrado observar el agobio de las mujeres por la reducción del horario de atención, las carencias de las unidades de atención a las víctimas, las excusas ofrecidas para negar la atención de la denuncia, y que las víctimas sean enviadas de una a otra dependencia de las unidades de atención, por ausencia de respuestas efectivas.
Dicha experiencia tiene dos puntos de vista, uno negativo que es el incremento de respuestas inciertas y la poca asertividad de las ayudas que se ofrecen pero no se brindan; pero también tiene la parte positiva: el fortalecimiento de la sociedad civil para dar respuesta a las mujeres victimas de violencia, en ausencia de una respuesta asertiva del Estado.
Luego de la pandemia, seguramente se encontrará un sistema de atención en mayor decadencia, con menos personal para atender, personal no capacitado y por lo tanto, las ayudas, los primeros auxilios y las recomendaciones seguirán siendo poco asertivas por parte de los entes públicos, lo cual es un gran reto a asumir por las organizaciones que prestan este tipo de servicios a las víctimas.
Destacó que Cepaz ha estado formando a las mujeres de base, como en el caso de La Dolorita. Son 50 voluntarias formadas como paralegales en esa parroquia, con el fin de ofrecer acompañamiento y primeros auxilios a sus propias vecinas dentro de las comunidad, desde la formación en el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, el ordenamiento jurídico, las instancias y organizaciones a las que se puede acudir para la asistencia jurídica y psicológica.
Hay que reinventarse para atender a las víctimas
En su intervención Mayela Carrillo, de No permitas malos tratos, dijo que cree que por el tema de la COVID-19 ha sido necesario reinventarse como organización, para contar con una estructura que brinde apoyo a los receptores de denuncias.
Destacó que en el estado Carabobo los tribunales de violencia de género se han adaptado para las sesiones telefónicas. Esto es positivo pues la víctima, desde el teléfono con un seguimiento y monitoreo, pierde la vergüenza para comentar sus vivencias. Al poder hacer el enlace y con las preguntas adecuadas, la víctima puede expresarse mejor.
Es importante pensar si las organizaciones están listas para afrontar la post-pandemia y la nueva normalidad. Por lo que es necesario realizar capacitaciones.
Consideró pertinente seguir formándose para recuperar la confianza de la víctima en las unidades de atención y generar los espacios de vínculo entre colegas y con las víctimas. No desde un apego que está viciado porque siento que necesito protección, sino desde la confidencialidad, desde el poder volver a creer.
Para Carrillo es necesario activar una red de estrategias en base al ámbito cultural, antropológico, sociológico y a su vez, desde la cultura organizacional, que permitan comprender a quien se atenderá, que ahora es una víctima que viene desde una situación con violencia y extrema tensión por el confinamiento.
La visión psiquiátrica de los casos de adolescentes víctimas de violencia de género
Mary Sánchez, de la alianza Acompañando en el dolor de Psicólogos sin Fronteras y el Grupo Social Cesap, dijo que han recibido referencias de casos de víctimas de violencia de género. Dentro de la reflexión de las buenas prácticas, señaló la importancia del apoyo psicosocial y psicojurídico pero también del psiquiátrico, que ha hecho la diferencia en casos donde la violencia de género es de larga data.
En la atención de casos han encontrado depresiones mayores, trastornos ansiosos generalizados, y tener el apoyo psiquiátrico a estas víctimas han favorecido una evolución por lo menos para poder dilucidar y tener recursos para enfrentar estas situaciones.
En el caso de las víctimas de violencia de género que por la cuarentena han tenido que vivir con su agresor, eso ha detonado sentimientos de desesperanza, ansiedad y en muchas ocasiones, si no está el apoyo psiquiátrico, es más difícil que puedan afrontar cómo resguardarse de ese agresor.
Otro aspecto importante, que es un elemento de reflexión para las instituciones, es el hecho de que no se atendía a adolescentes. Ahora han tenido que atender casos específicos de adolescentes donde sus síntomas son crónicos o agudos, asociados a la depresión, ansiedad y acción suicida.
Varias de estas adolescentes han estado dentro de un entorno familiar donde ha habido violencia de género. Es importante mencionar que, como no se puede atender a adolescentes sin el permiso de sus representantes, las psiquiatras se encuentran de manos atadas si el representante legal no está ganado a la atención por ser, ella misma, víctima de violencia de género, o porque no tiene las herramientas, lo que dificulta el proceso y conlleva riesgos inclusos para la vida de la adolescente.
Cree que es necesario que desde las instituciones y organizaciones se optimice un nivel de respuesta rápida e inmediata a estas víctimas. En el caso de las víctimas de violencia de género no es una intervención corta, sino que hay mucho por hacer.
Atención remota en Barquisimeto
Azorenny Bracamonte de Alaplaf explicó que desde el Centro de Planificación Familiar ubicado en Barquisimeto, se encontraban expectantes sobre las medidas que se iban a tomar, pero poco a poco se fue incorporando una línea de atención remota, ofreciendo atención psicosocial y legal.
Las víctimas se contactan con orientación social y luego se remite al servicio psicológico, y se brinda asesoría legal en cuanto a denuncia, manutención y las temáticas que suelen estar presentes en esta situación de violencia.
Con respecto a la experiencia que han tenido en la atención, destacó la importancia del trabajo en redes que ha servido para hacer la remisión de un caso a otro en diferentes partes del país, o a organizaciones que están ubicadas en el estado.
La dificultad es principalmente en la comunicación, específicamente en el acceso a internet y las llamadas telefónicas por fallas en la señal. Otro elemento, que a veces inhibe a la víctima, es no tener el contacto visual con la persona con quien se está conversando de una situación difícil. Les cuesta un poco contar su experiencia y orientar el acompañamiento en medio de un espacio de confianza.
También se aplica la metodología de seguimiento, con el envío de mensajes para saber la condición de la mujer, especialmente para constatar si se puede dar espacio a la conversación, o tiene compañía. Siempre esperando el momento adecuado para canalizar la llamada.
Dijo que la situación se ha agravado bastante. Incluso han recibido casos donde no se registra la denuncia, o si la reciben en el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), que debe hacer la experticia, no están trabajando para la valoración psicológica, siendo uno de los retos a asumir post-pandemia.
Las fronteras no deben impedir la atención
Gabriela Betancourt, de Equidad y Fundana, comentó que este es un programa de atención especializada que brinda acompañamiento a la mujer inmersa en las situaciones de violencia dentro de la unidad conyugal, con la compañía de un equipo multidisciplinario que permite un abordaje integral, con apoyo psicológico, social, asistencia y orientación jurídica.
Dentro de las experiencias, cree que la atención telefónica y la difusión de material por las redes sociales han permitido atender oportunamente, incluso cuando las emergencias provienen de otros estados. Resaltó la importancia de los enlaces interinstitucionales para que las fronteras no impidan que estas mujeres accedan a los servicios.
La telefónica 24/7, como se ha denominado el servicio, permite acompañar a las usuarias, incluso en los momentos en los que se están perpetrando los actos violentos, ofreciendo un acceso oportuno a los primeros auxilios psicológicos que promueven su resguardo, autorregulación y apoyo en la toma de decisiones, favoreciendo su seguridad pero también la de sus hijos.
El hecho de no ser presencial, en muchos casos ha favorecido la comunicación con la usuaria, dando más apertura por parte de las mismas a la hora de manifestar los hechos vivenciados.
Una de las preocupaciones de Betancourt son las dificultades que puedan presentar los distintos organismos receptores de denuncia en momentos de pandemia. También, la falta de sensibilización en estos mismos receptores de denuncia que se encuentren activos, sobre todo de los funcionarios policiales, lo cual da lugar a la revictimizacion de las usuarias, porque desconocen el procedimiento establecido en la ley.
Mencionó que el reintegro a las dinámicas fuera de casa o laborales pudiera también incrementar la hostilidad por parte del agresor, al entenderlo como una pérdida de control sobre la mujer que se encontraba en confinamiento por la cuarentena.
Alguna de las propuestas para la prevención de casos son las campañas digitales que aborden de manera cotidiana los diferentes tipos de violencia y la desnaturalización de la misma. Trabajar en una campaña masiva de sensibilización a los funcionarios para que se formen como receptores de denuncia, y formaciones en materia de ley para usuarias, quienes en muchos casos se abstienen de denunciar por la creencia de que el agresor será detenido.
La violencia de género no está en cuarentena
Diyuly Chourio, presidenta de la Fundación Vida Jurídica, felicitó a todas las organizaciones nacionales e internacionales por el abordaje rápido que han realizado de manera colectiva dentro y fuera del país. Dijo que la respuesta debe ser lo más pronta posible para todas las personas que lo necesiten.
Señaló que antes de la pandemia ya estaba realizando el proceso de atención a personas víctimas de violencia, pero si antes atendían tres casos a la semana, ahora por vía correo electrónico, WhatsApp, o por las redes sociales de la Fundación, los casos se han multipicado.
Desde el 13 de abril hasta la primera semana de mayo, hubo un repunte de los contactos de mujeres que entraron en pánico por haberse quedado con la pareja dentro del hogar las 24 horas. Son mujeres que mujer ya venían viviendo una violencia sistemática constantemente, y ahora están en contacto constante con su agresor y necesitan ser atendidas.
Cree oportuno realizar campañas, desde la prevención pero de forma puntualizada y digerible, porque se tienen víctimas de todos los estratos socioeconómicos y niveles educativos. Recalcó que muchas veces se piensa que una mujer que está bien económicamente no sufre de violencia, pero en su experiencia la mayoría de los casos que han atendido son de mujeres sin problemas económicos.
La violencia de género no está en cuarentena y aunque se tiene a organismos trabajando, el abordaje se hace bastante lento, y no se le da la atención primaria a la víctima rápidamente. Expresó que la formación y la educación son primordiales, así como la articulación desde espacios como la Red Naranja.
Casos de sextorsión
Norma Ferrer, de Transparencia Venezuela, indicó que aunque la organización no se ha especializado en el derecho de las mujeres ni en la violencia basada en género, el estudio transversal del impacto de la corrupción en las mujeres motivó que se hayan capacitado y sensibilizado con el tema, para darle una atención primaria a las personas que les contacten, mayormente vía correo electrónico.
Dejaron de recibir denuncias en la oficina para comenzar a atenderlas por correo electrónico o llamadas. Al principio pensaban que iba a ser muy difícil por la falta de conexión directa con la persona, pero parece que por estas vías se pierde la vergüenza que puede darle a la víctima narrar algunos hechos que le han sucedido.
En la asistencia legal anticorrupción, se reciben denuncias de hechos de corrupción, específicamente casos de sextorsión. Vista la sextorsión como el abuso de poder de un funcionario donde la moneda de intercambio no es el dinero, sino es el sexo.
Transparencia Venezuela no se propone acompañar jurídicamente a las mujeres, y la remisión psicológica se realiza a Fundamujer. Para Ferrer, en la post-pandemia se verá un mayor congestionamiento en el sistema de justicia y aumentará la pérdida de confianza en el mismo.
Víctimas con discapacidad
Dolores Lorena Pérez, de la Asociación Civil Apoye, dijo que actualmente trabajan con personas con discapacidad, especialmente con síndrome de Down y con chicas que tienen discapacidad intelectual. Expresó que su temor siempre ha sido a que sus derechos están silentes, primero, porque los desconocen, segundo, porque como no tienen la posibilidad de defenderse ni saber que están sufriendo de algún tipo de violencia, la normalidad se convierte en algo cotidiano. Su interés es incorporase a la Red Naranja para así ayudar a estas jóvenes y poder proteger y defender sus derechos.
Generar estrategias para mantener la comunicación con la víctima
Stefanía Fernández, de Fundación Mulier, manifestó que están prestando el servicio de atención psicológica desde el inicio de la cuarentena. Una de las cosas que han notado es que han llegado casos que son pacientes psiquiátricas, propensas a sufrir estas situaciones de violencia.
Relató que en Maracaibo la conexión es muy difícil para comunicarse con las mujeres atendidas, y han tenido casos en los cuales lo único que pueden hacer es hablar por mensajes de texto, haciendo imposible tener una estructura terapéutica. Pero si se intenta darles contención emocional y tratar de generar estrategias que permitan seguir conectadas con estas mujeres que están buscando apoyo.
Además muchas están muy controladas por el agresor y solo pueden conversar a través de códigos. Tener un acuerdo de contacto y generar estrategias que permitan mantener la comunicación, es importante, así como resguardar su seguridad.
El mayor reto post COVID-19 es incentivar la denuncia. Cada vez hay más casos de mujeres que ya lo han hecho y no consiguieron respuesta y están muy desanimadas de poder participar de nuevo en ese proceso.También es imperioso que se apoyen los proyectos de casas de abrigo provisionales.
Estrategias comunicacionales para salvar vidas
Gabriela Buada Blondell, coordinadora general de Caleidoscopio Humano, dijo que la manera como se visibilizan los casos en los medios de comunicación hace que la violencia de género se normalice.
A su juicio no es normal, pero si intencional que el tema de género sea considerado repetitivo y fastidioso, y que desde las organizaciones de la sociedad civil se tiene que buscar la manera más idónea para comunicar con lenguaje sencillo.
Es importante tener el tema más claro para explicarlo a todas las personas, porque lamentablemente no hay una formación académica para los periodistas que cubren la fuente. Se deben tener estrategias comunicacionales pensadas desde las instituciones para poder salvar vidas.
Las estrategias deben ser articuladas en red, para llegarle a las personas, pues esto sigue salvando vida, como le salvó la vida a Morella un programa de radio.
Se tiene que ayudar a los periodistas de manera que llegue el mensaje y entiendan que es necesario reseñar de manera correcta y oportuna estos hechos de violencia, porque de lo contrario a la víctima le queda un trauma terrible de verse en una foto, de ver a un familiar en una foto, y de leer en los titulares que la mataron por celos, justificando el feminicidio, recalcó Buada.
La atención no es efectiva
Karla Ávila, directora de Fundación Lucelia, hizo referencia a la situacion en el estado Bolívar, donde no es un secreto que la atención a las víctimas no está siendo cubierta correctamente o efectivamente, ni por algunas organizaciones, ni por el Estado.
En varias oportunidades ha planteado casos cercanos, incluyendo sus propios casos, dijo. Señaló que si es difícil para ella conseguir asesoramiento y acompañamiento real, ¿qué queda para mujeres que están fuera del movimiento de la defensa de los derechos humanos?
Se tiene conocimiento de los protocolos, cursos, talleres, charlas y todo lo relacionado a la violencia de género, pero a la hora que se presenta una situación que puede representar peligro, se necesita como mínimo asesoría y acompañamiento legal directo y al momento.
No se puede seguir diciendo a las víctimas simplemente que denuncien para que corran más peligro del que están pasando. Lo pertinente es que denuncien, pero que sepan se van a encontrar muchas barreras, que hay que superarlas y seguir adelante, concluyó Ávila.
Uniendo esfuerzos a favor de las mujeres víctimas de violencia de género
Yolima Arellano, del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, núcleo andino, comentó que en Mérida, desde el 20 de marzo al 12 de junio de 2020, han recibido 32 llamadas solicitando asesoría jurídica, fundamentalmente sobre violencia física, psicológica y patrimonial, de los cuales cinco casos fueron referidos a Fundamujer para la asistencia psicológica.
Dentro de las buenas prácticas está precisamente la alianza con Fundamujer, Cepaz y CEM-UCV para la remisión de casos entre ambas partes, siendo necesario a su juicio que permanezca y se fortalezca.
Entre los retos a enfrentar, existen limitantes en el servicio eléctrico, el internet y la telefonía móvil, que dificultan las telecomunicaciones. Se ha tenido que hacer el contacto mediante mensajes de texto. Además, algunos operadores del sistema de justicia no están disponibles para tramitar la denuncia, sobre todo en el medio rural y en lugares alejados de las ciudades.
Propuso ampliar asesoría legal y la atención psicológica en línea, e implementar protocolos de seguridad para ello, trabajando en conjunto con los organismos oficiales.
También se pueden desarrollar campañas públicas educativas, especialmente dirigidas a hombres y niños, e informar a través de los medios de comunicación y las redes sociales sobre los servicios disponibles para víctimas de violencia.
El espacio concluyó en una gran retroalimentación de ideas y propuestas para enfrentar y prevenir todos los tipos de violencia contra la mujer, uniendo fuerzas en medio de las adversidades, fortalececiendo estrategias y respondiendo de manera efectiva a favor de las mujeres víctimas de violencia de género.