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Mujeres, el impacto diferenciado ante la crisis de la pandemia

La propagación acelerada del COVID-19 ha tocado profundamente la economía y los sistemas sanitarios de todo el mundo, sin embargo, hay un área fundamental que también debe ser tomada en cuenta y abordada con acciones inmediatas. Además de la crisis múltiple ocasionada por el estado de alarma, las dinámicas familiares también han cambiado con la convivencia, y los estereotipos de género se profundizan impactando de manera diferenciada a las mujeres.

En este sentido, los efectos de la situación de emergencia que se suman a la preexistente crisis multidimensional que existe en Venezuela, son marcadamente diferentes entre mujeres y hombres, es por ello que las decisiones y respuestas que se tomen para abordar la crisis deben hacerse con perspectiva de género.

Cuarentena con el agresor

En el contexto del estado de emergencia generado por el COVID-19 aumentan las tensiones en el hogar, como consecuencia de la ansiedad y los efectos del aislamiento. Muchas de las mujeres que hoy son víctimas de la violencia de género se han visto obligadas a mantener la convivencia con el agresor, producto de la cuarentena obligatoria, aumentando de esta manera el riesgo de ser afectadas físicas o psicológicamente.

Lo anterior implica que, si el domicilio de las víctimas de violencia de género ya representaba el lugar más peligroso, en este contexto de aislamiento se agudiza la situación, por enfrentarse al agresor a tiempo completo. Por otra parte,  la restricción de circulación y las limitaciones preexistentes en Venezuela al acceso a internet y a teléfonos inteligentes, implican también mayores obstáculos para huir de la violencia, denunciar y/o acceder a los mecanismos legales de protección y ayuda comunitaria.

Barreras económicas

La propagación del COVID-19 y la necesidad de aislamiento como medida de prevención ha causado un impacto en la economía del mundo, que afecta diferenciadamente a las mujeres.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo, determinó que para el año 2019 la participación de la mujer en el trabajo era solo del 47%, muy por debajo de la tasa porcentual del hombre, que asciende a 74% [1]. Lo anterior implica que existe una amplia diferencia de participación entre el hombre y la mujer en el mercado laboral y que la fuerza de trabajo de la mujer consiste en actividades no remuneradas, trabajos domésticos o trabajos de categoría informal.

En este contexto, siendo las mujeres las que ocupan mayor parte de los trabajos informales, también son ellas las más afectadas por el aislamiento social y la desaceleración económica, ya que viven del pago diario y dejarían de percibir las remuneraciones económicas de cada jornada.

Por otra parte, los estereotipos de género han marcado de forma profunda el rol de la mujer en la sociedad como la cuidadora de la familia. En este aspecto, la convivencia familiar que supone el aislamiento limita a las mujeres para lograr un equilibrio entre el teletrabajo y las responsabilidades que convencionalmente le han impuesto en el ámbito del hogar, y que en muchos casos no son compartidas.

Barreras sanitarias 

Las mujeres son afectadas de forma diferenciada por el COVID-19 en materia sanitaria, en primer lugar, porque son muchas más las mujeres que hombres las que desempeñan un rol de cuidadoras, que implica también el cuidado de ancianos y enfermos en su propio hogar o en casas de cuidado. Asimismo, hay un mayor porcentaje de mujeres que trabajan directamente en instituciones sanitarias. Así lo afirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS): “las mujeres constituyen el 70% de los trabajadores del sector social y de salud” [2]. En el caso de Venezuela, hay que hacer una alarma particular sobre esta situación, ya que el país no cuenta con los equipos médicos de prevención, higiene y protección de los profesionales de la salud, y tampoco con instituciones de salud públicas en condiciones óptimas, esto se traduce en que las mujeres venezolanas que se encuentran en la primera línea de contagio tienen un altísimo riesgo de verse afectadas en el cumplimiento de sus funciones.

Por otra parte, la salud sexual y reproductiva se ve impactada, ya que la disponibilidad de anticonceptivos, la atención pre y post natal y otras necesidades podrían verse mermadas por la pandemia. Además, muchos de los recursos económicos y del sistema de salud colapsado, se han dispuestos para la protección de los pacientes afectados por coronavirus. Nuevamente, en Venezuela hay que hacer una alarma particular, ya que existen obstáculos previos de acceso a la salud sexual y reproductiva, que sin duda se empeora ahora y que afecta sobre todo a las mujeres con menos recursos.

Acciones contundentes

Las mujeres son parte de la lucha contra la pandemia. Hemos abordado cómo su participación como profesionales de la salud, y el rol fundamental de cuidado que ellas desempeñan, la dejan expuestas en la primera línea de contagio, asumiendo el impacto físico y emocional que esto representa.

En este sentido, es un despropósito que las personas imprescindibles en la lucha contra la pandemia, y que representan la mitad de la población mundial, no puedan ejercer su derecho de participar en las decisiones que afectan directamente su vida. Así pues, esta manera diferenciada y desproporcionada en que las mujeres son afectadas por el COVID-19 debe abrir las puertas a un espacio inclusivo, con perspectiva de género, en la que se respete la capacidad de las mujeres para participar en los procesos de adopción de decisiones. En este sentido, los líderes mundiales deben tomar medidas que atenúen el impacto de género que produce la propagación de la pandemia.

ONU Mujeres ha presentado un catálogo de 14 recomendaciones para dar una respuesta efectiva y con perspectiva de género. Desde el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), auspiciamos estas recomendaciones e instamos a los líderes del mundo a adoptarlas en la solución de esta crisis.

Recomendaciones ONU Mujeres [3]

1.- Asegurar la disponibilidad de información desagregada por género (infectados, impactos económicos, barreras de acceso, violencia doméstica y sexual)

2.- Asegurar la dimensión de género en la respuesta, esto implica destinar recursos suficientes para responder a las necesidades de las mujeres y niñas.

3.- Involucrar a las mujeres en todas las fases de la respuesta y en la toma de decisiones.

4.- Asegurar la atención de las necesidades inmediatas de las mujeres que trabajan en el sector sanitario.

5.- Realizar consultas directas con organizaciones de mujeres sobre la situación de las mujeres, y conocer sus necesidades, intereses y propuestas.

6.- Los mensajes de salud pública deben llegar a todas las mujeres y abordar las necesidades de las mujeres en sus diferentes roles.

7.- Adoptar medidas para aliviar la carga de la atención sanitaria primaria y garantizar el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, la atención sanitaria prenatal y postnatal.

8.- Adoptar medidas directas de compensación a trabajadoras informales.

9.- Impulsar medidas de política que permitan reconocer, reducir y redistribuir la sobrecarga de trabajo no remunerado que se produce al interior de los hogares.

10.- Promover estrategias específicas de empoderamiento y recuperación económica de las mujeres.

11.- Adoptar medidas que permitan asegurar el acceso de mujeres migrantes y refugiadas a servicios de salud, empleo, alimentación e información, y protección integral.

12.- Dar prioridad a los servicios básicos multisectoriales esenciales, incluidos los servicios sociales, de alimentación y de salud.

13.- Asegurar la continuidad de servicios esenciales para responder a la violencia contra las mujeres y niñas.

14.- Tener en cuenta las necesidades diferentes de las mujeres y los hombres en los esfuerzos de recuperación a mediano y largo plazo.

[1] ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO. Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2020. Disponible en: https://www.ilo.org/global/research/global-reports/weso/2020/WCMS_734481/lang–es/index.htm

[2] ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Equidad de género en la fuerza laboral de salud: análisis de 104 países. Disponible en: https://www.who.int/hrh/resources/gender_equity-health_workforce_analysis/en/

[3] ONU MUJERES. Covid-19 en América Latina y el Caribe: Como incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis. Disponible en: https://www2.unwomen.org/-/media/field%20office%20americas/documentos/publicaciones/2020/03/briefing%20coronavirusv1117032020.pdf?la=es&vs=930