En el marco de los 16 Días de Activismo (del 25 de noviembre al 10 de diciembre), es crucial que la sociedad civil y las personas defensoras de derechos humanos reconozcamos la nueva y peligrosa dimensión de la violencia de género: aquella facilitada y amplificada por la tecnología y la inteligencia artificial (IA).
Los espacios digitales deberían ser una herramienta de empoderamiento. Sin embargo, para millones de mujeres y niñas el mundo en línea se ha convertido en un campo minado de acoso, abuso y control.
Ya vivimos en un planeta donde una de cada tres mujeres experimenta violencia física o sexual. A esta realidad se suma la irrupción de herramientas de IA entrenadas con sesgos de género, cuyas vulneraciones traspasan el mundo digital para convertirse en heridas reales, que según cifras de ONU Mujeres afectan a entre el 16% y el 58% de las mujeres en todo el mundo. Las repercusiones de la violencia digital son tangibles en los hogares, los lugares de trabajo y las comunidades.
Esto ocurre mientas las organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres enfrentan enormes dificultades para llevar adelante sus proyectos ante la falta de financiamiento. Los datos de afectación de la violencia en línea hablan por si solos de la gravedad de la situación:
- 90% a 95% de los videos ultrafalsos (deepfakes) muestran imágenes sexuales de mujeres.
- El 38% de las mujeres ha vivido alguna experiencia de violencia en línea a título personal, mientras que el 85% ha sido testigo de violencia digital contra otras mujeres.
El salto de la pantalla a la vida real
El peligro de la violencia digital radica en su escalabilidad: un mensaje o una publicación pueden convertirse rápidamente en una catarata de amenazas con consecuencias en la vida real, como la difusión sin consentimiento de fotos privadas, mentiras divulgadas masivamente en segundos, ultrafalsos o deepfakes usados como arma para crear imágenes sexuales sin consentimiento, silenciando y avergonzando a las mujeres, campañas de doxeo y acecho, que pueden desencadenar daños físicos, psicológicos, reputacionales, profesionales y, en casos extremos, el femicidio.
Detrás de cada estadística hay activistas que eliminan sus cuentas para proteger a sus familias, periodistas que dejan de escribir tras recibir amenazas y niñas que pierden la confianza en sí mismas. El daño se inflige en línea, pero sus repercusiones son dolorosamente reales.
Misoginia digital
La explosión de la tecnología IA y la misoginia extrema de la «machosfera» se refuerzan mutuamente, cerrando la distancia entre lo que sucede dentro y fuera de las pantallas. La IA ha hecho que las herramientas de abuso sean fáciles de usar, permitiendo la creación de material ultrafalso (que apunta en un 99% a mujeres) sin grandes conocimientos técnicos.
Esta situación se agrava por la desigualdad en el acceso a la tecnología, profundizando los riesgos para mujeres en comunidades rurales y de bajos ingresos. Por ello, hoy más que nunca, es indispensable la formación crítica y ética en inteligencia artificial, que permita no solo reconocer brechas, estereotipos y abusos, sino incidir en los espacios de gobernanza y toma de decisiones sobre la IA.
Cómo actuar
Los sistemas jurídicos no se actualizan tan rápidamente como lo hacen los sistemas tecnológicos. Menos del 40% de los países cuentan con leyes que protejan a las mujeres del acoso en línea, y su aplicación es débil.
Para enfrentar esta crisis, la acción debe ser integral y exigir rendición de cuentas a todos los actores, implementando mejores leyes que tipifiquen como delito todas las formas de violencia facilitada por la tecnología, exigiendo a las empresas tecnológicas que se comprometan con la erradicación de la violencia digital, no solo contratando más mujeres, sino eliminando el contenido perjudicial, y proponiendo e implementando soluciones proactivas, como el etiquetado de los contenidos generados con IA.
Además, debe existir un compromiso firme de apoyar causas y organizaciones que trabajan por la prevención de la violencia y la dignidad de las mujeres, incluyendo aquellas que promueven la alfabetización y la seguridad digital para que las mujeres puedan reconocer los riesgos y obtener ayuda. Finalmente urge promover una regulación que exija que las herramientas de IA cumplan con un estándar de seguridad y ética antes de su lanzamiento.
Demandamos acción
En estos 16 Días de Activismo, no solo alzamos la voz: demandamos acción. Reclamamos un espacio digital seguro para alcanzar un futuro donde la tecnología sea una fuerza para la igualdad y no para el abuso. Necesitamos invertir en la gobernanza ética y asegurar que las mujeres lideren la conversación sobre el futuro digital.



