Ilustración: Daniel Hernández García
Polonia fue el primer país excomunista que transitó hacia la democracia a través de un proceso de negociación, en el que la sociedad civil tuvo un papel fundamental.
El control ejercido durante décadas por la Unión Soviética sobre Polonia, y el establecimiento de un Estado de terror que mantenía el control absoluto del país, produjo un descontento social creciente y una fuerte inestabilidad económica.
La resistencia civil no violenta se puso en práctica a través de diversas acciones, como manifestaciones pacíficas, protestas simbólicas y la aparición del sindicato Solidaridad, que aglutinaba a diversas plataformas civiles, y derivó en un amplio movimiento social, que impulsó negociaciones que condujeron a unas elecciones parlamentarias semi-competitivas, donde el Partido Comunista perdió todos los escaños.
Tras un intento de formar un gobierno de entendimiento con Wojciech Jaruzelski a la cabeza, se eligió a Tadeusz Mazowiecki como primer ministro, conformando el primer gobierno no comunista. El régimen comunista se disuelve de manera pacífica y en 1990 se realizan elecciones presidenciales donde resulta ganador Lech Walesa, cofundador de Solidaridad.
Contexto
La República Popular de Polonia (1952-1989), tenía un sistema de partido único de tendencia comunista, el Partido Obrero Unificado Polaco (una fusión del Partido Socialista Polaco y el Partido Obrero Polaco), que gobernó el país desde su fundación en 1948 hasta enero de 1990, ejerciendo el control absoluto de la población, con la aplicación de medidas coercitivas.
En la década de 1960 se comienza a evidenciar que el país atraviesa dificultades económicas. Se decide un aumento general de precios para intentar frenar la situación, pero inicia una ola de protestas, que finalmente conduce a un nuevo ajuste de los precios para aliviar la presión social en aumento.
La elección en 1978 como Papa de un sacerdote polaco, Karol Józef Wojtyła, quien tomó el nombre de Juan Pablo II, tuvo un efecto importante en la oposición al comunismo en su país.
Para el año 1980 se producen una serie de protestas y huelgas encabezadas por el líder sindical Lech Walesa, cofundador y líder del sindicato Solidaridad. Esta asociación gremial se convierte en el primer sindicato independiente en un país comunista. Llegó a contar con más de 10 millones de miembros, con una militancia mayoritariamente obrera y católica.
De 1981 a 1983 rige en el país una Ley Marcial. La mayoría de los líderes de la oposición son encarcelados. Se implanta un Estado de Guerra desmovilizando las protestas y encarcelando a los activistas sindicales. En 1982 Solidaridad es ilegalizado y pasa a la clandestinidad.
La crisis económica sigue agravándose y crece el descontento y la presión social. El gobierno seguía persiguiendo y reprimiendo a la oposición y, aún en la clandestinidad, la popularidad de Solidaridad seguía creciendo, lo que impulsó la búsqueda de una salida negociada. El entonces secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y jefe de Estado, Mijaíl Gorbachov, entendió la necesidad de negociar y abre las posibilidades de un cambio en Polonia.
Tras una nueva ola de huelgas, paros y protestas, en 1988 están dadas las condiciones para comenzar un proceso de acuerdo. La Iglesia interviene ayudando a crear confianza entre las partes. El régimen pensaba que la aparente debilidad de Solidaridad mermaba la capacidad del movimiento sindical de influir en la población, por lo que accedió a comenzar las negociaciones.
En febrero de 1989 se inician las negociaciones. La transición no era un hecho, pues el aparato de seguridad estaba dispuesto a continuar con la represión en un intento por salvar al régimen. La actitud moderada por parte de Solidaridad y de algunos generales del partido comunista facilitó el establecimiento de las mesas redondas de negociación. Por su parte, Gorbachov declara una política de no-intervención en el proceso.
La negociación real ocurrió en tres grupos: economía y política social, reformas políticas y pluralismo sindical, con la participación de 450 personas del oficialismo, la oposición y la Iglesia Católica.
Como parte de las negociaciones se estableció que el Partido Comunista mantendría el control del poder político a través de una ley electoral, que le aseguraría la mayoría parlamentaria (65% de los escaños en la Cámara Baja), y la existencia de dos pequeños partidos satélites, así como el control de la presidencia.
Por su parte, la oposición obtendría el reconocimiento de los sindicatos independientes, incluyendo la legalización de Solidaridad. Se haría un llamado a elecciones parcialmente competitivas, con representación en la Cámara Baja de hasta el 35 por ciento de los escaños y elecciones totalmente libres del Senado, además de mayor pluralismo político y la promesa de que las próximas elecciones presidenciales que se celebrarían en cuatro años serían libres.
El 4 de junio de 1989 las negociaciones producen el primer resultado: el llamado a elecciones parlamentarias semi-competitivas. Solidaridad gana todos los escaños en el Parlamento.
El 19 de julio de 1989 Wojciech Jaruzelski fue electo por el Parlamento como presidente, pero no pudo formar gobierno comunista. El 24 de agosto del mismo año Tadeusz Mazowiecki es electo primer ministro. Se forma el primer gobierno no-comunista con Solidaridad y los dos partidos satélites. Dos generales oficialistas, entre ellos, Jaruzelski, controlan el Ministerio de Defensa y Asuntos Interiores. Se inicia la descomposición rápida y pacífica del régimen comunista en Polonia. El 1990 se producen unas elecciones presidenciales y Lech Walesa es declarado ganador. El 1991 ocurren elecciones parlamentarias competitivas.
Participación de la sociedad civil en el proceso de paz
Las negociaciones resultaron claves para lograr la transición hacia la democracia en Polonia. La búsqueda de formas pacíficas de influir en la apertura del sistema comunista, así como una estrategia de presión no violenta constante, que evadiera el férreo control ejercido por el comunismo, derribó la creencia de un régimen invencible, logrando unir a la población, que estaba desmovilizada, sin recurrir a revueltas internas ni a intervenciones externas.
La aparición de Solidaridad vino a romper con la forma tradicional de protestar de la resistencia civil polaca. En la década de 1970 existía la convicción que una revolución llevaría a más represión y por ello surge la necesidad de crear un movimiento pacífico.
Solidaridad se convirtió en una amplia plataforma social, que incorporaba a distintos sectores. Los intentos de las autoridades comunistas de destruirlo desde adentro y desmoralizar a sus miembros, aislando a sus líderes o intentando integrarlos en las estructuras institucionales del Estado comunista, fueron fallidos. El constante rechazo de los integrantes de la plataforma al uso de la fuerza y la disposición para entablar un diálogo político con el régimen, contribuyeron a que se facilitara el inicio de las negociaciones pacíficas.
La Iglesia Católica en Polonia también influyó para alcanzar estos acuerdos. Fue, a pesar de las restricciones, un espacio para el debate de ideas. El Papa Juan Pablo II se constituyó en una figura esencial en la promoción de una ruta pacífica para Polonia.
Para que el proceso de negociación tuviera éxito fue clave la reconstrucción de la confianza, para liberar progresivamente a la población del control ejercido por el Estado, dejándole ver a los gobernantes que estaban perdiendo su influencia.
Las acciones no violentas de la sociedad civil polaca, en especial del sindicato Solidaridad, le permitió ganar el apoyo de la sociedad, que se empoderó para lograr el cambio esperado.