Según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), para noviembre de 2023, la cifra de personas venezolanas refugiadas y migrantes en el mundo superó los 7 millones y medio de personas. La gran mayoría salen de Venezuela de manera forzada, buscando protección y una vida digna y enfrentando diversos riesgos y vulneraciones de sus derechos.
Para analizar lo que viven las personas venezolanas en movilidad humana ante la xenofobia y ausencia de derechos, el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) y la Red de Activistas Ciudadanos por los Derechos Humanos (Redac), organizaron un foro. Este espacio contó con la participación de Jesús Aguais, fundador de AID FOR AIDS (AFA), organización que recolecta medicamentos contra el VIH para enviarlos al extranjero a personas sin acceso a tratamientos, y de AID FOR LIFE (AFL) para abordar la emergencia humanitaria compleja venezolana y la crisis de movilidad humana en la región de América Latina y el Caribe; junto con Santiago Martínez, abogado especialista en derechos humanos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH); consultor en derechos humanos para la Comisión Internacional de Juristas (CIJ) y la Fundación para el Debido Proceso (DPLF); y profesor de cátedra de la Universidad de los Andes (Colombia). Moderaron el evento Cristina Ciordia, coordinadora de Incidencia (Cepaz) y Verónica Colina, coordinadora de Redes y Activismos (Cepaz).
Expansión de Redac
Verónica Colina inició el encuentro recordando que la Redac nace como respuesta ciudadana ante la ausencia de garantía de derechos en Venezuela. Los activistas y las organizaciones que la integran trabajan en la documentación, denuncia y difusión de estas vulneraciones. Pero la emergencia humanitaria compleja causó la migración forzada de muchas personas integrantes de la red.
A raíz de lo cual se pensó que Redac podía expandirse y traspasar las fronteras, creándose lo que es hoy en día Redac Internacional, un espacio que cuenta con activistas en 13 países y 14 ciudades alrededor del mundo. Producto de este trabajo se elabora anualmente un informe donde se documenta, desde diversos aspectos, las vulneraciones de derechos que viven las personas venezolanas en los países de tránsito y destino. Para este año 2024 se tiene previsto publicar un nuevo reporte, que recogerá el proceso y los desafíos que viven las personas venezolanas que tienen como último destino Estados Unidos.
Al respecto, Cristina Ciordia agregó que si bien el trabajo de Cepaz y Redac inicialmente no estaba enfocado fuera de Venezuela, «pero entendimos que trabajar por los derechos de las personas venezolanas implica necesariamente tomar en cuenta los derechos de los 7.7 millones de venezolanos que estamos hoy en día fuera de nuestro país».
Generando sentido de comunidad
Sobre cómo ha sido el trabajo para apoyar a las personas venezolanas que llegan a Estados Unidos, Santiago Aguais señaló que específicamente en Nueva York, desde 1996 a 2005, recibieron a una gran cantidad de latinoamericanos, incluyendo venezolanos, que venían a pedir asilo político basado en orientación sexual y estatus de VIH. «Lo que nunca pensé es que eso era como el músculo que estábamos fortaleciendo para poder dar la ayuda que estamos dando ahora por medio de AID FOR LIFE».
Aunque al principio la organización era muy pequeña y apoyaba solamente a un grupo muy específico de la población que llegaba a Estados Unidos, con el aumento de la movilidad de personas venezolanas, AID FOR LIFE fue creciendo y se convirtió en una organización internacional.
En la actualidad tienen el programa de redistribución de medicamentos antirretrovirales más grande de los Estados Unidos, manteniendo a más de 200 mil personas en 75 países en tratamiento. «Este trabajo nos mantuvo conectados con las comunidades de personas con VIH».
«Entramos a Venezuela y empezamos a responder a la emergencia humanitaria compleja (EHC) gracias a la red de personas con VIH que en 2016 se comunican con nosotros. Ya para ese momento, donde la EHC era muy real, más no era reconocida sino por muy poca personas, se estimaba que no iba a haber medicinas en Venezuela y nosotros activamos nuestro mecanismo. Luego de la activación de este mecanismo logramos ser el primer proveedor de antirretrovirales en el 2018 y ahora podemos mandar medicinas para casi la mitad de las personas en Venezuela con VIH».
Ya para esa fecha comenzaron a ver el fenómeno de los caminantes. Personas que literalmente salían caminando desde Venezuela hacia otros países. Desde ese momento comenzaron a expandir su radio de acción, haciéndole seguimiento a la problemática y apoyando en otras áreas, como la alimentación. «Empezamos a generar una ruta de atención que en este momento empieza en Lima y termina en Nueva York». Para ello han adaptado sus modelos de atención, enfocándolos en la asistencia y la integración del individuo, conociendo sus historias y generando un sentido de comunidad que no existía.
Condiciones precarias
Para Ciordia este relato tiene similitudes con el origen de Redac Internacional. Ya la red de activistas ciudadanos estaba consolidada en Venezuela, con personas que trabajaban por la defensa de los derechos humanos. De repente, esas personas activistas estaban en distintas partes del mundo, pero a través de Redac Internacional mantuvieron activo el músculo de la defensa y del trabajo en documentación, denuncia y difusión.
Este trabajo por los derechos de las personas migrantes venezolanas ha tenido en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) un impulso determinante. Santiago Martínez recordó que si bien la CIDH tiene décadas conociendo historias de migrantes y retratando flujos migratorios de distinta naturaleza, entre ellos flujos pendulares y forzosos en todas direcciones, la migración desde Venezuela presenta características muy particulares debido al deterioro vertiginoso de la situación de derechos humanos en el país, que propició una importante oleada de personas que migran en condiciones muy precarias, y que fue en aumento a partir de 2014.
Ya en 2018 la CIDH publicó una resolución sobre la migración forzada de personas venezolanas, como una primera aproximación al tema de los desafíos de protección en los países de tránsito y acogida. «Pero el deterioro ha continuado y tiene unas magnitudes no vistas. Estamos hablando hoy en día de más de 7 millones de personas. Para 2023 la Comisión saca un informe abordando específicamente la situación de las personas migrantes venezolanas», explicó el abogado de la CIDH.
Este informe aborda las causas del desplazamiento forzado, entre ellas las graves violaciones de derechos humanos que ocurren en Venezuela, el cierre del espacio cívico y la falta de acceso a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. También documenta buenas prácticas y desafíos para la garantía de los derechos de las personas migrantes y refugiadas provenientes de Venezuela. El informe recalca que la migración de personas venezolanas es forzada, como una estrategia para salvaguardar derechos como la vida, la integridad personal y la salud.
Una respuesta acorde
Reafirmó Martínez que la respuesta de los Estados debe ser acorde a esta naturaleza forzosa del desplazamiento. Si bien hay buenas prácticas en la región de acogida, no existe una respuesta coordinada, lo que hace que los desafíos perduren. «De nada sirve que una frontera tenga ciertas políticas si en la siguiente hay otras. Esto sirve muy poco para el respeto y la garantía de los derechos humanos. La respuesta tiene que darse con enfoque de derechos humanos, con una idea de responsabilidad compartida y considerando el primer punto que traje a colación y es que el desplazamiento es forzado».
Recordó que los marcos legales de los Estados que reciben a personas provenientes de Venezuela deben contemplar la definición ampliada de la Declaración de Cartagena, que no es la misma de la Convención de Refugio. «No tiene que caracterizarse una persecución individualísima contra ti. Tú eres refugiado si te desplazas como consecuencia de la violación masiva de derechos humanos. Eso es lo que quedó consignado en la Declaración de Cartagena».
El nuevo perfil de las personas venezolanas en movilidad humana
El perfil de las personas venezolanas en movilidad humana ha cambiado. Según Aguais hay incluso una demarcación entre el venezolano que llegó en avión y el que cruzó la frontera. Esto ha aumentado un fenómeno caracterizado por el rechazo de algunos venezolanos contra sus compatriotas. «Tenemos migrantes que vienen saliendo de una xenofobia muy tenaz en Chile, y llegaron a Nueva York, cruzaron todos los países, la selva del Darién, México, que muchos determinan que es más rudo que la selva, y cuando llegan a Nueva York se consiguen que que ahora ellos son vistos como de segunda clase. Siento que necesitamos un diálogo para poder reconciliar esas diferencias».
Relató Aguais que lo primero que han tenido que hacer es cubrir las necesidades inmediatas de las personas que están llegando a Estados Unidos en condiciones precarias, sin contar, por ejemplo, con un calzado adecuado para caminar por la ciudad. «Nuestra filosofía es que el primer paso a la integración es cuando reconozco y puedo llenar tu necesidad inmediata».
Sobre la carencia de una respuesta coordinada de la que hablaba Martínez, considera que esta se intensifica más debido a que la movilidad humana es uno de los temas políticos álgidos en este año electoral en los Estados Unidos. «Esa falta de coordinación hace el trabajo aún más difícil».
La migración forzada acentúa los factores de discriminación preexistentes
Al respecto, Martínez destacó que «la experiencia de migrar, de desplazarse, reproduce los privilegios y también acentúa todos los factores de discriminación que preexisten. Donde mejor se ve esto es en las rutas de desplazamiento. Las personas que se desplazan por un avión y que se desplazaron en determinado año, no tienen la misma experiencia que la de una mujer que se desplaza con hijos y que se desplaza caminando. O de una persona con discapacidad».
Cuando una persona enfrenta un factor de discriminación su experiencia está determinada por ese factor. «Y cuando existen varios factores de discriminación estamos ante un enfoque interseccional, donde confluyen el color de piel, la condición económica, tener una discapacidad, el género, etc.».
Por eso es importante que la respuesta de los Estados pueda atender estas necesidades de protección particulares. No debe haber una respuesta homogénea, sino una respuesta desde un enfoque diferenciado e interseccional.
«Las mujeres venezolanas se enfrentan a una cantidad de riesgos de sufrir violencia asociados a estereotipos de género, asociados a la hipersexualización de sus cuerpos y asociados a la falta de atención de salud sexual y reproductiva, que son problemas que seguramente existen en Venezuela, pero se acentúan en esos países. Entonces esas razones que las llevaron a migrar pueden reproducirse en los países de tránsito y destino. Para que esto no pase es importante que los Estados incorporen dentro de su respuesta de protección estos factores de discriminación», añadió.
Explicó Martínez que la movilidad humana está determinada por diversos factores. A medida que las personas de desplazan en condiciones más precarias se puede presumir que enfrentan más desafíos de protección. Por ello la respuesta de los Estados debe estar de acuerdo a las necesidades particulares de cada persona, porque si es una respuesta homogénea va a ser insuficiente.
Narrativa de normalización de la crisis venezolana
Sobre este tema, recordó Ciordia que muchos de los programas que se iniciaron en otros países para dar respuestas iniciales a las oleadas de movilidad humana venezolana no se han renovado. Y aunque en Estados Unidos el Estatus de Protección Temporal (TPS) sí se renovó, se aprueban actualmente menos solicitudes de asilo para personas venezolanas. «Es decir, no hay una correlación entre mayor vulnerabilidad y mayor protección en la respuesta».
Agregó Ciordia que esto podría tener que ver con la imagen de normalización que ha vendido el Estado venezolano que promueve que ya lo peor de la crisis ha pasado, y que ha hecho mella en la respuesta de los Estados. «Pareciera haberse internalizado que esta no es una población con la misma necesidad de protección de la que tuvo en algún momento. Pero los flujos migratorios nos dicen otra cosa».
Permanecen los desafíos
Con relación a esto, Martínez subrayó que si bien hay buenas prácticas en países que han adoptado incluso mecanismos de protección complementaria, como Colombia, el estándar de protección que se necesita no necesariamente se corresponde con la realidad de la naturaleza forzosa del desplazamiento y permanecen enormes desafíos.
Al respecto, la CIDH ha identificado algunas malas prácticas recurrentes de los Estados, como militarizar las fronteras, «que es algo muy latinoamericano», o aplicar estados de excepción y restringir derechos, que son medidas que tienden a estigmatizar y crear un ambiente hostil para la persona que se desplaza. Además están los discursos estigmatizantes, que afirman que, por ejemplo, la delincuencia ha aumentado en Bogotá debido a la presencia de personas venezolanas, aunque no haya ningún dato certero que respalde esa afirmación.
Para Ciordia esto se inscribe en un marco más amplio de un retroceso del valor de los derechos humanos del que estamos siendo testigos. Parte de la sociedad pareciera estar muy dispuesta a considerar que determinadas personas tienen menos derechos que otras en algunas circunstancias. Y además que se les pueden limitar esos derechos por algunas razones. «Los políticos que dicen estas cosas están ganando elecciones por todas partes. Es un poco aterrador, pero hace parte de la realidad a la que tenemos que verle la cara para tratar de seguir dándole respuesta a cada persona».
Despertar la participación
Los ponentes coincidieron en que los Estados deben adoptar medidas idóneas para lograr la integración de las personas. Además, las autoridades de los Estados deben abstenerse de hacer comentarios estigmatizantes, que alientan el ambiente hostil contra las personas venezolanas, porque otras personas se sienten entonces con derecho a agredirlas. Se debe visibilizar la movilidad humana como algo que puede ser positivo para los países de acogida. «Hay que mostrar que la migración puede traer beneficios para todas las personas», remarcó Martínez.
«Estamos viviendo en un clima político que nos invita a despertar nuestro pensamiento crítico y la participación», agregó Aguais. A su juicio, las personas en movilidad están siendo utilizadas como una bandera política. Se ha incluso amenazado con una deportación masiva, una narrativa muy violenta que es preocupante y nos debe hacer despertar. Culminó con una invitación a las personas a participar, porque «estamos pasando momentos que son desconocidos y que pueden ser muy peligrosos, porque le pueden hacer mucho daño a la comunidad, incluyendo a la comunidad venezolana».
Foto: Cortesía Agencias