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La aguda crítica al totalitarismo en «El Gran Dictador» de Charles Chaplin

«En nombre de la democracia utilicemos ese poder actuando todos unidos, luchemos por un mundo nuevo, digno y noble, que garantice a los hombre trabajo; y dé a la juventud un futuro; y a la vejez, seguridad. Con la promesa de esas cosas las fieras alcanzaron el poder, pero mintieron; no han cumplido sus promesas, ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres solo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer nosotros realidad lo prometido. Todos a luchar para libertar al mundo, para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia. Luchemos por el mundo de la razón, un mundo donde la ciencia, donde el progreso nos conduzca a todos hacia la felicidad». Esta frase forma parte del discurso final de la película «El Gran Dictador», de Charles Chaplin.

Esta película fue rodada y estrenada en los momentos en los cuales Adolfo Hitler tenía mayor poder, justo antes de la invasión a Polonia y al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Aunque Chaplin no contaba con el apoyo financiero, para rodar una película de tal envergadura, siguió empeñado en terminarla. Ya había comenzado en Alemania el exterminio de los judíos, pero el mundo no lo sabía.

Charles Chaplin desarrolló la historia de un barbero judío que era el doble de un dictador megalómano en clara alusión a Hitler. Fue también la primera película sonora de Chaplin, lo que hizo aún más impactante la secuencia del discurso.

Los personajes de ficción Adenoid Hynkel, Garbitsch, Herring y Benzino Napolini pueden ser claramente identificados como Adolfo Hitler, Joseph Goebbels, Hermann Göring y Benito Mussolini, figuras prominentes de nazismo.

Sátira y humor

Chaplin manejó la sátira en «El Gran Dictador», con una crítica directa a Hitler, el nacionalismo y la supuesta  supremacía de la raza aria sobre el resto de la humanidad. La efectividad del mensaje que expuso la cinta estaba basada en la parodia del estilo discursivo de Hitler, quien usaba la retórica para convencer y conmover a sus connacionales.

El actor y director señaló que hacer parecer ridículas a las personas vanidosas que ocupaban posiciones de poder era una de las cosas que más disfrutaba. Y a su juicio no había otra persona en todo el mundo que encajara mejor en ese perfil de vanidad extrema que Adolfo Hitler. La película muestra el ingenio de Chaplin pero también deja avizorar la tragedia en la cual estaba sumida la humanidad durante la Segunda Guerra Mundial.

El humor ha sido tradicionalmente usado para la crítica social y para la exigencia de derechos, tanto como el cine, la literatura y la poesía. El discurso humorístico critica la realidad sin que lo denunciado pierda seriedad ni gravedad.

En la secuencia final de la película Chaplin desarrolla argumentos contundentes en contra del nazismo y el antisemitismo y a favor de la democracia, la libertad y la paz. Hace un llamado a la tolerancia, la solidaridad y el respeto a las diferencias.