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Femicidios y el suicidio inmediato del ofensor

En un importante número de ocasiones los femicidas intentan suicidarse o se suicidan luego de arrebatarle la vida a la víctima. En este sentido, uno de los fenómenos que se encuentran directamente asociados al femicidio es la conducta suicida del agresor una vez cometido el delito.

Aún más, en ocasiones los niños, niñas y adolescentes se convierten en víctimas colaterales del femicidio. No solo quedan huérfanos con la pérdida de la madre en manos del agresor, sino que también llegan a presenciar el femicidio y el inmediato suicidio del padre, y en peores condiciones ellos también son asesinados por el padre antes de quitarse la vida.

En los monitoreos de femicidios que realizamos, nos referimos en esta oportunidad a los 9 agresores que se suicidaron y uno que intentó hacerlo luego de cometer el delito durante el primer cuatrimestre del año. Por su parte, durante el segundo cuatrimestre 2 agresores se suicidaron luego de cometer el femicidio. Esto significa que desde enero hasta junio de 2020 al menos 11 femicidas se suicidaron.

A pesar de que el suicidio no es la reacción que se espera de una persona que ha conseguido lograr su propósito, es un hecho que existe un vínculo entre el homicidio a la mujer por parte del agresor y el acto inmediato de impulsividad de suicidarse.

Es por ello que esta situación nos invita a plantearnos de forma conjunta ¿en qué circunstancias ocurrió el femicidio? ¿cuáles son las consecuencias colaterales que trae consigo? ¿qué motivó al agresor a suicidarse después de consumar el delito?

Diversas han sido las hipótesis para explicar esta relación, en primer lugar se podría aludir el suicidio como mecanismo para evadir la responsabilidad penal y las consecuencias judiciales e incluso evitar la sanción social ante el hecho cometido, pero también podría analizarse desde el resultado de sentimientos de culpa o remordimiento del agresor.

Sin embargo, otros autores lo relacionan con la dependencia del agresor con la mujer que lo lleva a la necesidad de controlarla al límite de considerarla como un objeto y asesinarla, el suicidio posterior ocurriría por el sentimiento de pérdida del objeto sobre el cual ejerce el control. La misma situación ocurriría en casos en donde la mujer ha decidido abandonar al agresor que ejerce el control, razón por la cual decide asesinarla y al mismo tiempo suicidarse al sentir que ha perdido su sentido de vida que es dominar a la mujer.

Ahora bien, además de las razones que motivan al femicida a quitarse la vida, es necesario también abordar las consecuencias que esto conlleva. En muchas ocasiones la investigación judicial del caso queda cerrada al no existir un acusado, por lo que terminan desconociéndose las condiciones bajo las cuales se cometió el delito, lo que además facilita que este atroz acto de violencia en contra de las mujeres se continúe reproduciendo.

En definitiva, el suicidio de los agresores ha sido un fenómeno invisible y poco analizado cuando ocurre un femicidio, es por ello que desde el Centro de Justicia y Paz insistimos en la necesidad de abordar de forma conjunta tanto el asesinato de la mujer como el posterior suicido del agresor, siendo ambos fenómenos que se encuentran asociados. El análisis en conjunto permite entender el contexto y motivaciones bajo las cuales se desarrolló el femicidio, y muy importante  prevenirlo y evitar que continúe ocurriendo.

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