Con más de una década de trayectoria, el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) ha enfocado sus esfuerzos en desarrollar programas de formación, empoderamiento y liderazgo para mujeres, a través del uso de la tecnología. Esta visión pionera fue reconocida internacionalmente en 2014, cuando la organización recibió una Mención Especial del Premio de los Derechos Humanos otorgado por la República Francesa por el proyecto “Mujer, poder y tecnología: una senda digital para acelerar la toma de poder de las mujeres en Venezuela”, sentando un precedente por la forma en la que Cepaz aborda la innovación tecnológica con perspectiva de género y derechos.
Hoy, ante el contexto de un creciente cierre del espacio cívico y la limitación de recursos, Cepaz apuesta al fortalecimiento en nuevas tecnologías para la sostenibilidad de las organizaciones sociales. En alianza con Articulate Foundation, la organización ha lanzado una innovadora Certificación en Inteligencia Artificial (IA). Este programa está diseñado específicamente para impulsar la eficiencia y el impacto de organizaciones sociales, activistas y liderazgos comunitarios, con un énfasis particular en mujeres, migrantes y colectivos feministas.
Beatriz Boges, abogada, académica y defensora de derechos humanos venezolana, fundadora y directora ejecutiva de Cepaz y Articulate Foundation, asegura que esta certificación representa el siguiente paso en la trayectoria de Cepaz: fortalecer a las organizaciones de base, fomentar su sostenibilidad y asegurar que las mujeres sigan estando en el centro de la transformación digital.
¿Por qué una organización de derechos humanos como Cepaz decidió incorporar la inteligencia artificial en su agenda de trabajo?
En 2014, desde Cepaz, comenzamos a trabajar sobre la brecha digital de género y los impactos de las tecnologías en los derechos de las mujeres. Ese trabajo nos valió una mención especial del Gobierno de Francia, y desde entonces entendimos que los temas tecnológicos no son ajenos a los derechos humanos, sino parte central de ellos.
Hoy, en un contexto de crisis y transformación profunda de las organizaciones sociales, la inteligencia artificial representa al mismo tiempo un desafío y una oportunidad. Su potencial para fortalecer o debilitar la democracia, la justicia y la igualdad es enorme. Por eso creemos que no hace falta ser un supertecnólogo para hablar de IA. Lo que se necesita es visión ética, conciencia ciudadana y una perspectiva de derechos humanos.
¿Cómo conecta Cepaz el tema de la IA con su trabajo en derechos humanos y género?
La IA está definiendo cómo se accede a la información, cómo se toman decisiones públicas y cómo se distribuye el poder. Eso tiene implicaciones directas sobre la justicia, la libertad y la igualdad. Desde Cepaz lo abordamos con una mirada feminista y de derechos. Queremos entender cómo los algoritmos pueden reproducir desigualdades o servir para la inclusión, y cómo garantizar que las mujeres, especialmente las defensoras de derechos, estén presentes en los espacios donde se decide el futuro digital. No se trata solo de aprender sobre tecnología, sino de incidir en las reglas del juego. Queremos que en los foros internacionales sobre IA se hable de paz, justicia y democracia, porque esos son los valores que deben guiar el desarrollo tecnológico.
Cepaz tiene una trayectoria reconocida en incidencia internacional. ¿Cómo se traduce esa experiencia en este nuevo campo?
Nuestra experiencia ante organismos como el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la Comisión Interamericana y otros espacios multilaterales nos ha enseñado cómo llevar la voz de la sociedad civil a los lugares donde se toman decisiones. Ahora, el reto es llevar esa voz a los espacios donde se define la gobernanza de la inteligencia artificial. Desde la ONU hasta los foros de ética digital, pasando por el sector privado. Queremos tender puentes entre la tecnología y los derechos, entre los debates técnicos y las realidades humanas. Y creemos que Latinoamérica debe estar presente en esas discusiones, no como observadora, sino como protagonista.
¿Qué papel cumple la alianza entre Cepaz y Articulate en esta agenda?
Esta alianza surge precisamente para articular la sociedad civil con el mundo tecnológico, la cooperación y la filantropía. Articulate trabaja en conectar organizaciones sociales con expertos, empresas tecnológicas y donantes que quieren promover un uso ético y responsable de la IA. Cepaz aporta su experiencia en incidencia, derechos humanos, justicia y género. Juntas, queremos crear una comunidad de mujeres y organizaciones que no solo se formen en inteligencia artificial, sino que participen activamente en su regulación, en su ética y en su impacto social.
Nuestro propósito común es que la IA se convierta en una herramienta de transformación positiva, no en una nueva forma de exclusión o control.
¿Cómo imaginan el futuro de este trabajo hacia 2026?
Visualizamos un ecosistema latinoamericano de aprendizaje, investigación e incidencia, donde activistas, académicas, periodistas y tecnólogas trabajen juntas para construir una IA con enfoque de derechos humanos.
Queremos abrir aulas virtuales, producir documentos de investigación, participar en los foros globales y generar pensamiento crítico sobre ética, democracia y género en la era digital. En el fondo, este proyecto no se trata solo de tecnología. Se trata de defender lo más humano en la inteligencia artificial: la capacidad de pensar, sentir y decidir con justicia

