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Lección de paz: Kenia

Ilustración: Daniel Hernández García

Tras su independencia en 1963, Kenia estuvo bajo el mandato de regímenes autoritarios, que manejaban los recursos del Estado como bienes patrimoniales.

La represión a la oposición era constante y los sucesivos procesos electorales fueron denunciados por las organizaciones de la sociedad civil por no ser considerados competitivos y por los resultados fraudulentos.

Una alianza política, establecida tras un trabajo complejo de negociación, permitió que el ala moderada oficialista y la oposición fueran a unas nuevas elecciones presidenciales con un candidato único, y bajo condiciones que fueron consideradas justas por los observadores nacionales e internacionales.

Contexto

Kenia logró su independencia de la corona británica en 1963. El primer gobierno fue liderado por Joma Kenyatta (1964-1978) de tendencia autoritaria, que estableció un régimen extremadamente corrupto.

La joven nación enfrentaba múltiples retos. Algunos de los principales eran lograr incorporar a las diferentes etnias, atender la desigualdad imperante y evitar el manejo de los recursos del Estado como bienes patrimoniales de unas pocas familias influyentes.

En 1978 Daniel Moi estableció por más de una década un sistema de partido único, el Partido KANU (Kenya African National Union).  Para 1992 se convocó a unas elecciones presidenciales que ganó Moi. La represión contra la oposición se intensifica y se ilegalizaron los partidos. El régimen induce la separación entre las diversas etnias. A pesar de la persecución la oposición comienza un proceso de organización.

El partido de Moi decide reformar la Constitución en 1996 para que el gobernante se pueda quedar otro periodo en el poder. Las presiones internas fomentaron la apertura hacia un sistema multipartidista, y a partir de la década de 1990 el Parlamento tiene una mayor representación de otras tendencias políticas. En 1997 Moi gana unas cuestionadas elecciones para ejercer un quinto mandato.

Ese año la sociedad civil inicia una serie de protestas exigiendo reformas a la constitución y consiguen el apoyo de algunos moderados de KANU. Después de un proceso de negociaciones, se forma la Alianza Nacional Por el Cambio (National Alliance for Change) y se estrechan los vínculos con la sociedad civil para ampliar la base de apoyo a los cambios.

Unas nuevas elecciones presidenciales son convocadas en el año 2002. A diferencia de las del año 1997 donde la oposición se presentó con varios candidatos, en esta oportunidad lo hace unida. Las diferencias étnicas son dejadas de lado y presentan a un solo candidato, Mwai Kibaki.

Moi presiona para también lograr una alianza con el partido de oposición más fuerte llamado National Development Party, poniendo en riesgo un posible triunfo opositor. Pero cuando Moi impone su candidato sin deliberación interna (Kenyatta, hijo del primer presidente) genera una crisis interna, alejando a muchos políticos que antes apoyaban a Moi y que terminan estableciendo una alianza con la oposición.  En las elecciones, que fueron consideradas competitivas y libres, bajo la mirada de observadores nacionales e internacionales, Kibaki y la alianza ganaron con más del 60% de los votos y obtuvieron 125 de 210 curules en disputa.

Construyendo elecciones libres en la búsqueda de la democracia

La sociedad civil de Kenia aprovechó la debilidad de los partidos políticos para iniciar negociaciones que produjeran cambios profundos en el sistema político. Su estrategia consistió en apoyar a la población en sus demandas y presionar a los partidos políticos para que realizaran acciones conjuntas. Este trabajo lo venían desarrollando desde 1992, pero no es sino hasta el año 2002 que los políticos responden a esta estrategia, logrando coordinarse para alcanzar el éxito en las elecciones.

Las iglesias también contribuyeron al establecimiento del pluralismo en Kenia, al mantener discursos públicos sobre la democracia, la defensa de derechos y la necesidad del cambio, criticando además los excesos del Estado en el ejercicio del poder.

El discurso estaba centrado en alcanzar la transformación del Estado, más que en lograr un cambio de presidente. La idea de reformas profundas terminó calando en los distintos partidos.

El seguimiento y denuncia previa que hicieron las organizaciones de las prácticas de fraude y la participación de decenas de observadores en el proceso electoral, evitó que Moi se proclamara nuevamente ganador en Kenia.

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