“La necesidad es el motor que impulsa todo esto. Necesidad de seguridad, de alimentos, de salud. Uno quiere buscar otra vida pero no lo permiten. La mayoría tiene pasaporte, pero de qué sirve eso si no dan las visas, no dejan entrar legal a los países. Te obligan a viajar por la selva, cuando lo podrían evitar si dieran permisos o salvoconductos”.
Cifras de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) reflejan que más de 7.7 millones de personas han salido de Venezuela. Se estima que para el año 2025 este número ascienda a 8.4 millones, lo cual representa más del 25% de la población.
La crisis de múltiples dimensiones y la emergencia humanitaria compleja que atraviesa el país desencadenó una migración masiva de personas que han tenido que abandonar sus hogares en búsqueda de oportunidades, seguridad y mejores condiciones de vida. Cientos de miles de personas venezolanas salen del país, incluyendo niños, niñas y mujeres embarazadas, cruzando las rutas más peligrosas de la región.
El informe Las rutas migratorias más peligrosas de América: el camino incierto que atraviesan las personas migrantes y refugiadas venezolanas, elaborado por el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), con el apoyo de la Red de Activistas Ciudadanos por los Derechos Humanos (Redac), refleja el la realidad que enfrentan las personas migrantes y refugiadas venezolanas que han elegido como destino Estados Unidos, en el tránsito por las rutas más peligrosas desde Venezuela hacia este país. Entre ellas la frontera colombo-venezolana, la selva del Darién, el llamado tren “La Bestia” en México y la frontera México- Estados Unidos, .
Estas rutas son testigos del drama humano de incontables personas migrantes y refugiadas venezolanas y son el escenario de la odisea que enfrentan en manos de grupos armados, carteles de drogas y bandas criminales que controlan el territorio y que, bajo total impunidad, atentan constantemente contra la vida y la dignidad de estas personas que huyen de la crisis venezolana.
Proyecciones preocupantes
Este informe da voz a las personas que, ante la falta de alternativas viables, han enfrentado rutas migratorias extremadamente peligrosas con destino a Estados Unidos y que necesitan protección internacional, y a quienes debería reconocérseles la condición de refugiado.
También muestra la realidad que enfrentan las organizaciones que trabajan día a día, con escasos recursos, apoyando a la comunidad de migrantes y refugiados venezolanos. Además aporta esfuerzos de documentación sobre la situación de las personas venezolanas en movilidad, a través de la reflexión sobre las causas que impulsan a las personas a arriesgarlo todo, los obstáculos que encuentran en el camino y las implicaciones humanitarias y políticas que tiene en la región esta crisis migratoria sin precedentes.
Las proyecciones del año 2024 son preocupantes, pues desde el inicio del año fiscal, en octubre de 2023, hasta marzo de 2024, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos ya registró el paso irregular de 169.627 personas venezolanas hacia ese país, lo que representa un 13% respecto a otras nacionalidades.
Debido al aumento progresivo de la población venezolana que elige como destino Estados Unidos, el informe se enfoca especialmente en las rutas desde Venezuela consideradas más peligrosas, tomando como base ciertos criterios para su selección, como incidentes de violencia y delincuencia, condiciones geográficas y climáticas adversas, vulnerabilidad a la trata y el tráfico de personas, accesibilidad y respuesta de emergencia, políticas y prácticas de control fronterizo, índices de mortalidad y morbilidad, situaciones de corrupción, entre otros basados en la información obtenida a través de los testimonios y otras fuentes consultadas.
Es crucial comprender la tendencia de movilidad de la población venezolana y reconocer la desaceleración de la migración hacia América Latina y el Caribe, y al mismo tiempo, el marcado incremento de la migración hacia Estados Unidos.
Flujo migratorio de personas venezolanas
En la actualidad, de los aproximadamente 7.72 millones de personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas venezolanas en todo el mundo, al menos 6.54 millones, se encuentran en América Latina y el Caribe. Esta distribución resalta una preferencia histórica por esta región, influenciada por diversos factores, como la proximidad geográfica, las exigencias migratorias relativamente flexibles que ofrecían estos países en el pasado, los acuerdos regionales como el del Mercado Común del Sur (Mercosur), las facilidades de adaptación en términos de idioma y cultura, entre otros.
Sin embargo, la tendencia emergente hacia Estados Unidos como destino se evidencia en el descenso de la migración hacia países de Latinoamérica y el Caribe tradicionalmente receptores. Por ejemplo, en Colombia de octubre de 2022 a agosto de 2023 cerca de 19.000 personas venezolanas abandonaron el país . Entre tanto, desde agosto de 2022 a septiembre de 2023 en Argentina casi 3.000 personas venezolanas abandonaron el territorio argentino. Aún más, en Ecuador de mayo de 2022 a junio de 2023 más de 27.000 personas venezolanas abandonaron el país. Esta tendencia contrasta con el aumento notable de la migración venezolana hacia Estados Unidos.
No todas las personas venezolanas que abandonan los países de América Latina y el Caribe se dirigen exclusivamente hacia Estados Unidos, ni aquellos que están dejando Venezuela toman esta misma ruta. Pero si es evidente el cambio significativo en las dinámicas migratorias de la población venezolana, que incluye el crecimiento exponencial de la migración hacia Estados Unidos.
Datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos revelan un incremento sustancial en el número de personas venezolanas que cruzan la frontera Sur Oeste de manera irregular, con un registro de 169.627 personas solo en los primeros meses del año fiscal 2024 . Esta cifra representa un aumento significativo en comparación con el año anterior, en donde este organismo registró durante todo el año fiscal 266.071 personas venezolanas, sugiriendo la posibilidad de que el total anual de migrantes, solicitantes de asilo y refugiados venezolanos hacia Estados Unidos aumente drásticamente.
Según un análisis del Pew Research Center de la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense de la Oficina del Censo de Estados Unidos, los venezolanos son el grupo hispano que más creció entre 2010 y 2021, al pasar de 240.000 a 640.000 personas. En la última década, la cifra de personas venezolanas en Estados Unidos se triplicó.
Este cambio en el flujo migratorio hacia Estados Unidos puede atribuirse a una variedad de factores, entre los cuales destacan la inestabilidad política, la violencia, la falta de oportunidades económicas y los cambios y restricciones migratorias en América Latina. Además, la percepción de mejores oportunidades económicas, laborales y educativas, así como la posibilidad de obtener protección a través del asilo o estatus de protección temporal (TPS) en Estados Unidos, factores promovidos por las redes sociales que han contribuido a consolidar esta nueva ruta migratoria como una opción esperanzadora para muchas personas venezolanas.
Las rutas más peligrosas
La travesía desde Venezuela hasta Estados Unidos involucra el cruce de al menos siete países, incluyendo Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala y México. Este trayecto irregular plantea numerosos desafíos y peligros para la población migrante y refugiada. El informe se centra en las cuatro rutas principales identificadas, a partir de documentación y testimonios, como las más transitadas y peligrosas: la frontera colombo-venezolana, la selva del Darién, el tren “La Bestia” en México y la frontera entre México y Estados Unidos.
Algunas personas migrantes y refugiadas eligen rutas peligrosas porque consideran que ofrecen una mejor oportunidad de alcanzar su destino final. En la toma de esta decisión confluyen múltiples factores, entre ellos: la desesperación por salir de las condiciones extremas en las que se encuentran viviendo en Venezuela, las limitaciones legales, como por ejemplo las restricciones en países receptores en América Latina que solicitan visa o las dificultades económicas y burocráticas para obtener el pasaporte venezolano. A estas causas se le suman el engaño, la falta de información, y de opciones viables, seguras y legales, como elementos que condicionan a la población venezolana más vulnerable a transitar las rutas más peligrosas de América hasta llegar a Estados Unidos.
Los peligros de las rutas migratorias son múltiples, y se extienden incluso en los “intermediarios” que las personas migrantes y refugiadas contactan para facilitar el cruce por las rutas irregulares, en aquellos que prometen una vía segura hacia el país de destino, pero que a menudo explotan la desesperación de los migrantes, exigiendo tarifas exorbitantes y sometiéndolos a condiciones inhumanas durante el viaje. Muchas personas migrantes y refugiadas terminan siendo víctimas de abusos, violencia y explotación a manos de los traficantes y otros grupos irregulares que controlan las rutas migratorias .
El tráfico de migrantes se ha consolidado como negocio multimillonario, que prospera a expensas de la vulnerabilidad y el sufrimiento de millones de personas que deben salir de su país de origen. Se estima que este delito anualmente genera a los traficantes alrededor de 6.750 millones de dólares. Solo en la selva del Darién se estima que las organizaciones criminales que movilizan a los migrantes ganaron aproximadamente 820 millones de dólares durante el año 2023.
De acuerdo con datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) desde el año 2014, se ha reportado que un total de 8.847 migrantes han desaparecido en Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y el Caribe, en su mayoría relacionadas con la falta de opciones para una movilidad segura y regular. Para el año 2022, la OIM registró al menos 1.457 migrantes que fallecieron o desaparecieron en las rutas migratorias de las Américas. Se logró registrar que el 16% de la población identificada era venezolana, ocupando el tercer puesto en América de víctimas fatales en rutas migratorias, solo superado por Cuba y México.
La frontera colombo-venezolana
En esta región fronteriza confluyen múltiples factores de riesgo que han derivado en el desplazamiento forzado de familias, y que representan una amenaza para la población migrante y refugiada que opta por esta ruta. Destaca especialmente la presencia de grupos guerrilleros y paramilitares que controlan distintas zonas de Colombia, entre ellas, los pasos fronterizos ilegales. Pero los riesgos que enfrentan quienes transitan por esta ruta están relacionados no solo con los grupos armados, sino con desastres naturales, el cierre de las fronteras y su militarización. A dichos riesgos, se suman los preexistentes peligros vinculados con la trata de personas, el reclutamiento forzado para actividades ilícitas vinculadas con narcotráfico y los grupos armados, la explotación y la violencia -especialmente la violencia basada en género-, así como la falta de refugio, de infraestructura sanitaria y de redes de apoyo, amenazas, intimidaciones, robos, estafas, violencia física, violencia de género, extorsión y secuestros.
Esta es una de las primeras zonas transfronterizas irregulares a las que miles de venezolanos se enfrentan, bien sea teniendo como destino final Colombia, o para posteriormente desplazarse hacia Panamá, atravesando la región del Tapón del Darién, con el objetivo de llegar a México y posteriormente a los Estados Unidos .
El Darién
“No olvidaré en la Selva del Darién como el río se llevaba a jóvenes, niños, quienes fallecían allí, era un dolor inmenso. Sentía que moría de tristeza y dolor de ver toda esa situación”.
El Tapón del Darién es una selva pantanosa ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá, siendo la única vía terrestre que conecta la zona sur con la parte central de la región. El terreno es empinado y resbaladizo. Las temperaturas oscilan entre 20 y 35 grados centígrados, con fuertes lluvias e inundaciones entre mayo y diciembre. Los ríos son caudalosos y testimonios señalan que se pueden ver gran número de cadáveres en sus aguas. Está escasamente habitada por algunas comunidades indígenas y, especialmente, por bandas criminales que controlan la zona y se benefician económicamente de la ausencia de autoridades en esta ruta migratoria.
Para transitar esta selva, muchos migrantes suelen pagar tarifas elevadas, lo cual incluye la asistencia de un guía que muestra la ruta a transitar. De hecho, los niveles de riesgo a los que se exponen dependen en gran medida de la ruta que puedan pagar. En los testimonios se identificó que, aunque algunos guías acompañaron y ayudaron a los migrantes y solicitantes de asilo, otros los abandonaron en la frontera o los entregaron a grupos criminales que abusaron de ellos. Se ha registrado que los principales riesgos a los que se enfrentan los venezolanos durante su paso por esta ruta son: (i) el contagio de enfermedades y el padecimiento de lesiones sin la posibilidad de contar con atención médica; (ii) la muerte; (iii) el robo de dinero, comida y pertenencias; (iv) la violencia física y sexual; (v) la extorsión, intimidación y las estafas, (vi) el secuestro y (vii) la privación de libertad .
Se estima que en el año 2023 al menos 520.085 personas habrían cruzado la selva del Darién. De este total, al menos 328.667 fueron personas venezolanas. Eso significa que la población venezolana que cruzó la selva aumentó en más del 100% respecto al año 2022, representando la cifra más alta entre todas las nacionalidades.
El tren “La Bestia” en México
El también llamado Tren de la Muerte transporta combustibles y otros insumos por las vías férreas de México. Miles de migrantes se aferran a él para transportarse riesgosamente en su techo desde el sur de México hasta la frontera con Estados Unidos.
El viaje se caracteriza por fatales accidentes, especialmente, miles de muertes y amputaciones que generan la caída desde el techo del tren a las vías férreas. De hecho, en México, la segunda causa de muerte de migrantes en tránsito está relacionada con accidentes de tren, lo cual es significativo, al considerar que aproximadamente el 18% de las personas que llegan a la frontera lo hacen en este medio de transporte.
El tren La Bestia implica también otros riesgos para las personas migrantes y refugiadas debido a las altas posibilidades de enfrentarse a asaltos, extorsiones, corrupción, detenciones y actos de violencia sexual, especialmente por las bandas criminales que operan en la zona.
La Unidad de Política Migratoria de México reportó en el año 2021 un total de 4.360 personas venezolanas en situación migratoria irregular en el país. Esta cifra aumentó en 2022, año en el que este mismo organismo reportó 96.197 personas venezolanas en situación migratoria irregular. Aún más, en el año 2023 el número de migrantes venezolanos en condición irregular llegó casi a triplicarse respecto al año anterior, alcanzando la cifra de 222.994 personas.
La frontera entre México y Estados Unidos
Esta frontera se extiende a lo largo de 3.152 kilómetros, desde el noroeste de Tijuana hasta la desembocadura del Río Bravo en el Golfo de México. Se caracteriza por una muy marcada dinámica migratoria, especialmente en las fronteras norte y sur de México, convirtiendo a este país en un territorio de tránsito, origen, destino y retorno de miles de migrantes.
Cruzar por alguna de sus seis rutas principales implica asumir múltiples riesgos, incluyendo el tránsito por terrenos inhóspitos, zonas urbanas y desiertos impenetrables. La frontera entre estos dos países ha sido catalogada como la ruta terrestre más peligrosa del mundo. Para el año 2022 fueron registradas 686 personas migrantes que desaparecieron o fallecieron a lo largo de esta ruta; cifra que representa casi la mitad de todas las muertes y desapariciones registradas en las Américas para el mismo año.
Mujeres en las rutas
“Los funcionarios nos decían cosas horribles, nos decían que éramos ilegales y que podían desaparecernos dejándonos botadas en una carretera de Monterrey, que nos iba a pasar como las mujeres que desparecían allá y nunca nos iban a encontrar”.
Las mujeres migrantes y refugiadas presentan necesidades específicas y diferenciadas, tomando en consideración que existe un elevado y desproporcionado riesgo de que sean objeto de violencia de género y violencia sexual durante todas las etapas de movilidad.
Sufren diversas e interseccionales formas de discriminación que afectan sus derechos humanos, no solo como mujeres y migrantes, sino también por otras características interrelacionadas como la edad, los ingresos, la raza, la nacionalidad, el estado civil, la orientación sexual, la identidad de género, la discapacidad, el estado de salud, el embarazo y la situación económica y social.
Rutas migratorias como las anteriormente descritas, plantean graves riesgos para las mujeres. Como el riesgo de sufrir violencia sexual a manos de bandas criminales, traficantes de personas, otros migrantes e incluso funcionarios corruptos. Se estima que entre el 60% y el 80 % de las mujeres y las niñas migrantes que viajan a los Estados Unidos pasando por México son víctimas de abuso sexual en alguna etapa de su viaje. Aún más, entrevistas recolectadas por la Defensoría del Pueblo de Panamá, determinaron que 1 de cada 5 mujeres es víctima de abuso sexual durante el cruce por la Selva del Darién.
A partir del año 2019, la dinámica migratoria por rutas irregulares como, por ejemplo, la del Tapón del Darién, ha mutado, viéndose incrementado el número de mujeres que cruza esta ruta, algunas embarazadas y/o en periodo de lactancia, solas o acompañadas de niños, niñas y adolescentes. En el primer trimestre del año 2024, según la oficina de migración de Panamá, del total de 110.008 personas que cruzaron el Darién, 30.376 fueron mujeres, es decir el 28% de la totalidad de las personas que tomaron esta ruta.
Historias desgarradoras y desafíos significativos
Las conclusiones derivadas del análisis de la crisis de movilidad humana venezolana y el tránsito de la población migrante y refugiada por las rutas más peligrosas de América hacia Estados Unidos apuntan a la complejidad y urgencia de atención a esta crisis, no solo en Venezuela sino en toda la región.
La documentación realizada sobre las rutas migratorias más peligrosas de América revela historias desgarradoras y desafíos legales, físicos, naturales y socioeconómicos significativos. Al mismo tiempo, evidencia la falta de respuestas efectivas por parte de los Estados de tránsito y acogida y las dificultades para obtener recursos por parte de las organizaciones de derechos humanos y organizaciones humanitarias para fortalecer la capacidad de respuesta ante las necesidades de la población migrante y refugiada.
Un posible agravamiento de la situación política, económica y social en Venezuela podría originar un aumento de la migración, ya que muchas personas se verían impulsadas a abandonar el país, en algunos casos optando por rutas peligrosas. Esta situación afecta especialmente a las personas defensoras de derechos humanos, víctimas de criminalización y persecución en el marco del cierre del espacio cívico, como lo demuestra el caso de Rocío San Miguel.
Las elecciones en Estados Unidos también pueden tener un impacto significativo en la realidad migratoria de la población venezolana, dependiendo de las políticas adoptadas por el candidato ganador. Esto podría incluir medidas como la cancelación de programas de alivio migratorio, agilización de deportaciones y un endurecimiento de las políticas de control fronterizo.
Recomendaciones para los estados de tránsito
El informe recomienda a los estados de tránsito, entre otros aspectos, promover y participar de la cooperación regional a través del intercambio de información y experiencias para mejorar los estándares de derechos humanos en la acogida e integración personas venezolanas necesitadas de protección internacional. Adicionalmente ofrecer libre acceso a la asistencia humanitaria y proveer las facilidades necesarias para que las organizaciones que la gestionan puedan operar de manera segura. Evitar y rechazar la criminalización de la migración venezolana, incluyendo los discursos de odio y xenofobia, y fortalecer las vías legales para acceder a protección internacional.
También se sugiere capacitar a los funcionarios y funcionarias de agencias migratorias en las obligaciones de protección internacional y la necesidad de protección reconocida de las personas venezolanas. Además garantizar que en los controles fronterizos no se cometan violaciones de derechos humanos; e identificar y proteger a personas en situación de vulnerabilidad, o con necesidades especiales, con especial énfasis en las víctimas de trata, violencia sexual y de género. Finalmente contribuir, a través de relaciones bilaterales, multilaterales y mediante la participación en espacios internacionales dedicados al tema, a visibilizar la situación de derechos humanos en Venezuela y exigir que el Estado cumpla con sus compromisos internacionales.
Recomendaciones para la política migratoria de los Estados Unidos
Es primordial que Estados Unidos, como país de acogida, participe de la creación e implementación de los planes de respuesta regionales coordinados, alejándose de las políticas de externalización y cooperando con la región desde una perspectiva basada en derechos. La respuesta coordinada debe priorizar la distribución de información veraz y completa a las personas migrantes sobre sus derechos.
Urge generar procedimientos expeditos de regularización para las personas venezolanas, en virtud del reconocimiento de su necesidad de protección internacional, que ofrezcan alternativas permanentes para las personas beneficiarias de las medidas existentes (TPS y Parole Humanitario). También reconducir fondos del control fronterizo y el abordaje de securitización, a la capacitación y reclutamiento de jueces y demás profesionales de la administración migratoria, con el fin de contribuir a procesar los más de dos millones de casos de migración rezagados. Además de respetar el principio de no penalización por entrada ilegal de las personas refugiadas, y revertir la decisión de presumir inelegibilidad para el asilo a quienes hubieran cruzado la frontera ilegalmente, siempre que se presenten frente a las autoridades migratorias.
Otra medida urgente es repudiar los discursos estigmatizantes y de odio en contra de las personas migrantes, especialmente en las campañas políticas y en alocuciones oficiales de autoridades públicas. Así como respetar las obligaciones internacionales adquiridas en los instrumentos regionales e internacionales que protegen y defienden los derechos de las personas migrantes y especialmente de las personas provenientes de Venezuela, dada la condición forzada del desplazamiento. Por último, destinar fondos, esfuerzos políticos y demás herramientas a su disposición, a dar respuesta a las causas del desplazamiento forzado en Venezuela: la crisis de derechos humanos y la emergencia humanitaria compleja.
De cara al futuro
El año 2024 se perfila como un punto de inflexión, marcado por la celebración de elecciones presidenciales. Las encuestas indican un aumento en la intención de migrar por parte de la población venezolana si las elecciones no se enmarcan en los principios de transparencia, equidad y legitimidad.
Es imperativo para la comunidad internacional no solo enfrentar las consecuencias directas de la crisis, sino también aprovechar esta ventana de oportunidad para atender sus causas subyacentes. Esto incluye comprometerse con la democracia y la re-institucionalización democrática, elementos claves para una solución sostenible y justa para Venezuela que podría producir una desaceleración progresiva de la migración venezolana, e incluso de la posibilidad de retornos masivos.
Consulte el informe Las rutas migratorias más peligrosas de América: el camino incierto que atraviesan las personas migrantes y refugiadas venezolanas