Una paz duradera en Venezuela debe tener como elemento fundamental la democracia. No perder el norte democrático es lo que nos va a permitir que no haya simplemente una cohabitación, sino una paz real, con respeto a los derechos humanos.
Así lo señaló Francisco Alfaro Pareja, politólogo y Doctor en Estudios de Paz y Conflictos, durante el espacio de Twitter ¿De qué hablamos cuando hablamos de paz en Venezuela?, que se realizó el pasado 23 de junio. Este espacio contó además con la participación de Wanda Cedeño, coordinadora nacional de Voto Joven y la moderación de Beatriz Borges, directora ejecutiva del Centro de Justicia y Paz (Cepaz).
Un tema complejo
Para Beatriz Borges es difícil hablar de construcción de paz en un contexto tan complejo y adverso como el que atraviesa Venezuela. Sin embargo, desde Cepaz, la iniciativa Peace for Venezuela y la Universidad para la Paz de Naciones Unidas (UPeace), con el apoyo de Civilis Derechos Humanos, Examen ONU Venezuela, Hearts on Venezuela, el Observatorio Global de Comunicación y Democracia y Voto Joven, se tomó la decisión de emprender una campaña denominada «Entendamos la paz», que busca ser un punto de partida para encontrar narrativas comunes que nos ayuden a construir la paz que Venezuela necesita.
¿Cómo hacer eso en una en un país donde existe una crisis de múltiples dimensiones? Es arduo cuando la mayoría de las personas consideran que temas como las elecciones, los procesos de negociación, o el diálogo no han servido para lograr una vida digna, o que se juzgue a los perpetradores de crímenes de lesa humanidad y se detengan las graves violaciones a los derechos humanos.
A juicio de Borges, para los jóvenes en Venezuela hablar de paz es particularmente más complejo, tienen 20 años viviendo en un país en crisis. Lamentablemente las personas jóvenes no conocen un país donde funcionen las instituciones, haya plena respuesta a la dignidad y garantías de derechos. Sin embargo, está convencida de «que como ciudadanos nos toca construir entendimientos entre los actores políticos y en la misma sociedad civil». Y además tener un lenguaje que nos permita llegar a estos acuerdos.
Paz sin impunidad
Por su parte Wanda Cedeño, coordinadora nacional de Voto Joven, cree que los jóvenes han subestimado el tema de la paz. Quizás por no entender que como parte de vivir en un conflicto hay que internalizar que la transformación de ese proceso requiere que cada persona sea constructora de paz. «No podemos intentar o soñar con crear algo distinto, si nosotros no hacemos algo distinto al respecto».
Las pequeñas acciones de paz van generando cambios. Aún en un contexto como el venezolano, en el que día a día estamos sometidos a un espacio sumamente conflictivo, y que en algún punto pareciera invitar más a la desconexión y no a la acción. «Incluso por nuestra propia salud mental, o por nuestra propia seguridad». Construimos paz haciendo las cosas de manera distinta a lo que hemos estado adaptados a recibir y asumimos que es común en el país, y también reconociendo que hemos pasado por una crisis compleja, explicó Cedeño.
Visión constructiva hacia el futuro
Considera la coordinadora de Voto Joven que los jóvenes no han entendido que hablar de paz no niega que hay un luto por los hechos que ocurrieron entre el 2014 y el 2017, y parte de 2018 y 2019. Y que por hablar de paz las violaciones de derechos humanos no quedan impunes. Sino que, por el contrario, es una forma de hacerle frente, con una visión más constructiva hacia el futuro. Pensando en cuál es el país que nos va a quedar luego que todo esto acabe.
«Yo creo que como jóvenes venezolanos se nos presenta el reto de primero, internalizar y vivir un duelo que muchas veces lo hemos ignorado. Y luego reconocernos a nosotros mismos con ese poder de cambio que tenemos. Ese poder de construir no solo algo mejor para nosotros, sino también para las próximas generaciones que hoy en día normalizan parte de la violencia que se vive. Tanto estructural, como física, e incluso cultural», aseveró Cedeño.
Polarización
El principal reto para hablar de paz en Venezuela es la polarización. Pareciera que si no cesan las violaciones de los derechos humanos, no se puede conversar sobre otras temáticas, como la paz, los derechos civiles y políticos y la posibilidad de tener elecciones. «Estamos como en un juego trancado básicamente. En el que no hay para dónde avanzar». Cedeño cree que allí hay un trabajo muy importante que hacer, construyendo y generando narrativas o procesos que se salgan de lo común. De los discursos trillados de la dirigencia política. E incluso de los espacios de protección generados por la propia sociedad civil. Esto con el fin de dar un paso adelante para generar espacios despolarizados donde podamos encontrarnos.
Recalcó Cedeño que hoy en día la crisis política ha permeado muchísimos espacios que anteriormente eran percibidos como seguros. Por ejemplo el movimiento estudiantil. Entonces se presenta la posibilidad de comenzar una acción de cambio, un activismo desde la no violencia. Que se replique en otros ámbitos y que se acerque más a resolver las problemáticas de los jóvenes, que son tan diversas.
Activismo por la paz
Para la coordinadora nacional de Voto Joven no existen instituciones por parte del Estado, o partidos políticos que promuevan el activismo por la paz y la democracia. Sin embargo, los jóvenes entienden que la construcción del camino hacia la recuperación del país debe hacerse de manera distinta.
«Se han realizado varios intentos de construir ese camino que han dejado aprendizajes sobre qué no hacer y qué sí. Todo lo que vivimos es la motivación perfecta para pensar justamente en un accionar de paz, no autoritario, ni restrictivo. Se trata de seguir avanzando y no atándose un conflicto interminable en el que no tengamos un fin. En el que las próximas generaciones no puedan ver algo distinto. Sino que se trata de generar espacios nuevos, aún cuando en este momento puedan parecer muy ingenuos, muy soñadores. Podemos lograrlo trabajando desde un ambiente de no violencia, de reconocimiento y respeto de nuestros derechos», desde el activismo ciudadano, destacó Cedeño.
Ruta electoral
Justamente en el marco de alcanzar acuerdos para salir del conflicto, es que la ruta electoral toma mayor peso en Venezuela. A juicio de Cedeño nos hemos adaptado a que la falta de institucionalidad permita acciones sin un aval ciudadano. Pero justamente las elecciones del 2024, alineadas con una mesa de negociación, son un espacio de reinstitucionalización del país. «Para que nosotros los ciudadanos, entendamos que también tenemos una parte de participación ese conflicto y en su solución. El país necesita de nuestro apoyo para generar un espacio de transición. Necesita también de instituciones que puedan renacer. De un espacio de participación ciudadana activa que nos permita vincularnos, racionalizar nuestros derechos y organizarnos en torno a un ejercicio cotidiano de la ciudadanía».
Sin un espacio despolarizado no podemos lograr elecciones reales que efectivamente nazcan de un acuerdo político y una voluntad mutua de reconocimiento. Entendiendo que la mejor herramienta que tenemos para expresarnos es nuestro voto, afirmó Cedeño.
Espacio para el perdón
Para cerrar, Wanda Cedeño, destacó que la paz no implica impunidad, pero si debe existir un espacio para el perdón. «Es importante que entendamos que los procesos de paz, sobre todo vinculados a la justicia, están también muy cercanos al tema del perdón. No porque se genere ese espacio de perdón, implica que se está dando la posibilidad de que el crimen quede impune. Todo lo contrario. El perdón es un proceso que se genera en pro de un bienestar general. Una elección de futuro con la seguridad y la confianza de que en algún punto quienes que presentarse ante la justicia lo van a hacer».
«Por eso es importante que como organizaciones no gubernamentales, la ciudadanía vea en nosotros esa posibilidad de mantener viva la llama. El recuerdo constante de que todavía queda pendiente hacer justicia por tantos casos. De modo que quizás todo ese esfuerzo de recopilación de casos que se ha hecho a lo largo de los años no quede de lado luego de una transición», concluyó Cedeño.
Entendiendo la paz
La directora de Cepaz explicó que la paz no siempre es positiva. «Existe una paz negativa muy asociada al silencio que se se experimenta en momentos de dictadura y de cese al fuego en el conflicto, en la que pareciera que no está pasando nada». En Venezuela ese silencio está muy vinculado al tema de la criminalización y la persecución. «Pero ese silencio debe encontrar palabras para poder entendernos y hablar, teniendo la posibilidad de generar narrativas que nos ayudan a construir mejores realidades».
Para Francisco Alfaro cuando nos acercamos a abordar la paz nos encontramos con varios prejuicios de entrada. Uno de ellos es que todas las personas queremos la paz, pero tenemos una idea distinta de lo que es. Además pensamos que es un estado en el que los conflictos cesan y llegamos a un especie de armonía permanente, donde no hay ningún tipo de alteración. Lo tercero es que se suele decir que los que aspiran a la paz son idealistas y los que ven los procesos desde el conflicto son los realistas. Alfaro cree que no hay nada más complejo que la paz. Pues requiere negociación, ceder y ponerse de acuerdo con quien piensa diferente. Mientras que la violencia lo que busca es imponerse sobre el otro.
Queremos la paz, pero la pensamos desde la violencia. Es difícil acercarnos a la paz, porque la vemos como un fenómeno perfecto, imposible de alcanzar. Entonces terminamos cayendo en una actitud pesimista, pensando que lo único que es posible alcanzar de alguna manera es la convivencia con la violencia.
Paz imperfecta
Por eso cuando se habla de la paz imperfecta, se habla de una paz que coexiste y convive con formas de violencia. Hasta en los momentos de mayor violencia, incluso de guerras abiertas, se encuentran espacios de paz y acuerdos, aseguró Alfaro.
La paz se debe entender como un fenómeno imperfecto. No es un estado al cual vamos a llegar, sino que es una dinámica que incluso está ya presente en la cotidianidad. El día a día de todas las personas es más pacífico que violento. Pero solemos acordarnos más de la violencia porque rompe con la cotidianidad. «Por ejemplo, si a una persona la roban, le quitan la cartera y le ponen una pistola en el pecho, es muy probable que esa persona se vaya a acordar de ese momento tan fuerte porque rompió su cotidianidad», destacó.
Así ha sido fundamentalmente a lo largo de la historia de la humanidad, desde que los seres humanos nos asumimos como tales. La mayor parte de los conflictos de la humanidad han sido canalizados pacíficamente, pero por ser cotidiano, sencillamente no nos damos cuenta. La cotidianidad de la paz es algo que suele pasar desapercibido. La violencia es la que viene a interrumpir normalmente los momentos de paz.
Paz, democracia y justicia
Aclaró Alfaro que el conflicto político en Venezuela no ha logrado resolverse por las vías regulares y han tenido que activarse mecanismos alternativos que tampoco han logrado transformar el conflicto. El primer paso para hacerlo es reconocer la paz como la principal dinámica de los seres humanos en la canalización de sus conflictos cotidianos a lo largo de la historia. Lo segundo es darnos cuenta que, en aquellos conflictos donde sea la violencia la dinámica preponderante y determinante, debemos impulsar y fortalecer las herramientas para construir la paz.
Para alcanzar un proceso de paz que sea sostenible e inclusivo en el tiempo es importante que esa paz incluya dos elementos fundamentales. El primero de ellos es la democracia. Porque una paz sin democracia sencillamente no va a ser duradera y sostenible. Una paz sin democracia es una paz que no incluye la libertad, la participación, el pluralismo, el derecho a elegir, la separación de poderes. Cuando vemos que en la actualidad muchos actores políticos hablan de paz, es importante que la sociedad no pierda de vista para que esta sea realmente inclusiva, plural, sostenible y duradera en el tiempo, tiene que ser democrática. «Para los venezolanos es fundamental no perder el norte democrático. Es lo que nos va a permitir que realmente la paz no sea sencillamente cohabitación, o aguantar hasta que se produzca un cambio milagroso», enfatizó Alfaro.
Los otros elementos fundamentales de la paz son el respeto a los derechos humanos y la justicia. Una paz que se sostenga solamente en función de la amnistía y no de la reconciliación, el perdón, la memoria, y la no repetición, evidentemente no va a ser una paz duradera.
A juicio de Alfaro las personas quieren mejorar su situación económica y tener condiciones de vida dignas. Están cansadas de que durante tantos años la política no ha logrado resolver el conflicto y se ha generado más sufrimiento, migración forzada, violaciones de derechos humanos. Pero sería un gran error perder el norte democrático y conformarnos con una paz autoritaria. Una paz donde no haya ningún tipo de libertad a cambio de tener ciertos beneficios económicos.
Falta de voluntad política
Cree Alfaro que es importante recordar que en Venezuela, desde el 2002 y hasta el día de hoy, hemos tenido seis mecanismos alternativos de diálogo y negociación de alto nivel, con la participación de la comunidad internacional. «En casi todos, quizás con la excepción del mecanismo del año 2014, se implementaron metodologías bastante rigurosas, bastante serias, con la participación de facilitadores de altísimo nivel. Pero si no se ha avanzado en la transformación del conflicto político a través de estos mecanismos ha sido por la ausencia de voluntad política».
A su juicio el de Venezuela es un conflicto bastante asimétrico. Con niveles de polarización extremos, donde los proyectos políticos que impulsan ambas coaliciones son bastante diferentes. «La resolución tiene que pensarse en espacios de reducción de la conflictividad y la confrontación y la habilitación de espacios de convivencia».
Aseguró que el mecanismo actual en la mesa de México ha incorporado varios aprendizajes y lecciones, en comparación incluso con los mecanismos de Oslo y Santo Domingo y con la mesa que impulsó el Vaticano en el año 2016. Alfaro reiteró que no es un problema de técnica, ni de rigurosidad, es fundamentalmente un tema de voluntad política para alcanzar una solución al conflicto. Estos mecanismos han tenido logros, como ayudar a evitar que la violencia escale a unos niveles incontrolables. Y se han tenido avances en dinámicas urgentes y coyunturales que implican tomar decisiones y lograr acuerdos parciales, como por ejemplo, en los temas de salud que no pueden esperar a la solución final del conflicto político. Pero cree que aunque al final la solución de la crisis venezolana va a ser probablemente negociada, hasta que no se logre reducir esa asimetría entre ambas coaliciones es bien improbable que esto pueda tener un mayor avance.
Uno de los problemas más complejos que hay en Venezuela es cómo lograr que el país retome la senda democrática, la estabilidad, el futuro, la paz. Pero que esa paz y ese futuro sea sin impunidad, y no a costa de detener los procesos judiciales. «Hoy en día una democracia que no vaya de la mano de la justicia sencillamente no puede ser considerada una democracia plena». En la mesa de México, elementos como la alternancia en el poder, elecciones justas, condiciones electorales, deben estar presentes. «No es solamente una negociación sobre los temas humanitarios y los de salud, que son urgentes y coyunturales, sino sobre los temas más duros como son los de justicia», recalcó Alfaro.
Participación activa de la sociedad
El especialista en estudios de paz y conflictos indicó que la sociedad venezolana debe ser más proactiva a la hora de exigir que los actores políticos lleguen a acuerdos. «En Colombia lo vimos hace varios años. Manifestaciones masivas en todas las ciudades del país, pidiendo mesas de negociación para lograr la paz». Las personas venezolanas debemos demandar que se logre una solución negociada al conflicto, que se reactive el mecanismo de diálogo y negociación suspendido desde el año pasado. «Creo que es un elemento que nos tiene que llamar a la reflexión».
Para cerrar, Beatriz Borges enfatizó que la construcción de paz es un proceso en el que todas las personas podemos ayudar, construyendo narrativas para abrir canales de comunicación y generar esperanza. No pretendiendo la perfección, pero si generando posibilidades para alcanzar los objetivos.