El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB) presentó el pasado mes de septiembre la séptima edición de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi). Este sondeo fue realizado a través de entrevistas a diversos sectores de la población entre febrero y abril de 2021.
Los resultados de la Encovi dan cuenta de las graves consecuencias que ha producido la emergencia humanitaria compleja que atraviesa Venezuela. Esta ha afectado el ejercicio de los derechos fundamentales de la población, como por ejemplo el derecho a la salud, a la educación y a la alimentación.
En estos contextos de grave crisis, las desigualdades basadas en el género se agudizan. Los resultados de la Encovi evidencian la forma desproporcionada en la que la emergencia humanitaria compleja afecta a mujeres, a niñas, y adolescentes. Particularmente abordó asuntos relacionados con la salud reproductiva, el desempleo, la pobreza y las desigualdades salariales entre hombres y mujeres.
Salud reproductiva
Sobre la búsqueda de atención prenatal, se evidencia que esta es cada vez más tardía y la cantidad de controles se han reducido.
Los resultados de la encuesta arrojaron que en general el 97% de las madres acudió alguna vez al control prenatal. Sin embargo, están iniciando el control de forma más tardía. Por tanto también disminuye el número de mujeres que cumplen con un esquema de control prenatal completo, es decir, de al menos un control por mes. En el año 2017 un 44% de mujeres hacían al menos un control por mes, mientras que este año esta cifra se redujo a un 24%.
Por otra parte, a pesar de que ha prevalecido el uso de métodos anticonceptivos, e incluso llega a ser bastante similar respecto a otros países de la región, los resultados de la encuesta arrojaron la falta de conocimiento y de uso de métodos anticonceptivos en la población adolescente. Y aunque la maternidad en esta etapa se redujo de 16% a 12%, sigue existiendo preocupación por la persistencia de un patrón de madres adolescentes en el país.
Asimismo, la Encovi relacionó el acceso a la educación con este patrón de embarazo a edades tempranas. Pues las mujeres que tienen acceso a la educación se mantienen en las escuelas, tienen contacto con fuentes de información, se desarrollan en medios de vidas distintos al de la maternidad, y en definitiva se reduce el riesgo de un embarazo precoz.
A pesar de lo anterior, en Venezuela no solo el acceso a la educación ha sufrido un importante revés, pues en las edades comprendidas entre 3 a 24 años, apenas un 65% de la población, entre hombres y mujeres, están inscritos en un centro educativo. Sino que además las madres adolescentes no logran conciliar los estudios y la maternidad. Hace una década 28% de las madres adolescentes lograban estudiar y ejercer la maternidad, en la actualidad este porcentaje se redujo a apenas 8%.
Desempleo/pobreza y desigualdades salariales
La imposición de roles de género a menudo posiciona a las mujeres en el rol de cuidadoras del hogar. Convirtiéndose en las encargadas de asumir las labores domésticas y el cuidado de las hijas e hijos, e incluso de los miembros de la familia de avanzada edad.
La distribución desigual de labores domésticas y de cuidado traen consecuencias en el desarrollo personal y profesional de las mujeres y en los ingresos económicos percibidos.
Ahora bien, en el contexto de la pandemia y bajo la necesidad de mantenerse en el hogar para evitar la propagación del virus y el contagio, esta distribución desigual de las labores entre hombres y mujeres se ha visto incrementada, imponiendo a las mujeres aún más cargas de las habitualmente asumidas.
Así pues, los resultados de la Encovi demostraron que a menudo las mujeres se ven forzadas a reducir su jornada laboral o renunciar a sus empleos remunerados para hacerse cargo del acompañamiento y apoyo de las hijas e hijos en la educación a distancia en este contexto pandémico. En un 78% la responsabilidad de apoyar a las hijas e hijos en la realización de las tareas recae sobre la madre, quien a la par debe atender tareas domésticas y extra domésticas. Esto trae como consecuencia que un 15% de las mujeres con hijos en Venezuela se encuentran obligadas a la inactividad en el mercado laboral remunerado.
Por otra parte, también reflejaron severas brechas en la remuneración por hora trabajada entre hombres y mujeres. El ingreso de los hombres es 17.7% superior que el de las mujeres. Y los hombres trabajan en promedio 38 horas semanales frente a las 33 horas que trabajan las mujeres. Esta diferencia alude nuevamente a la distribución desigual de las labores domésticas y de cuidado que hace a las mujeres menos competitivas en el mercado laboral.
Por último, y aunque en general hubo un descenso de la actividad económica en el país respecto a los años anteriores, destacamos de los resultados de la Encovi la desproporcionada disminución de las mujeres en su actividad económica respecto a los hombres. Para las mujeres representó una caída de 12 puntos, mientras que para los hombres fue de 3.5; de hecho, a partir de los 55 años solo 1 de cada 4 mujeres está activa.
Estereotipos de géneros y desigualdad estructural
En definitiva, estos resultados dan cuenta de la magnitud de la grave crisis que atraviesa Venezuela. La población cada día tiene acceso a menos derechos fundamentales, manteniéndose en medio de altísimos niveles de pobreza, y bajo el empeoramiento paulatino en el acceso a la educación, a la salud, a una dieta balanceada y a medios de vida dignos. Entre tanto el gobierno de Nicolás Maduro continúa otorgando beneficios sociales que no alcanzan para cubrir las necesidades más básicas, y que lejos de mejorar las condiciones de vida de la población, forman parte de una política de persecución y control, supeditando la entrega de estos beneficios al apoyo político.
En este contexto, desde el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), hemos insistido en los efectos diferenciados y desproporcionados que ocasiona en las mujeres la emergencia humanitaria compleja, agravada con la llegada de la pandemia. Los resultados de la Encovi demuestran una vez más que los estereotipos de género y la desigualdad estructural inciden en el rol que las mujeres venezolanas están asumiendo y en los efectos particulares que ocasiona la crisis en ellas. Sin embargo, hay muchos aspectos que aún son necesarios disgregar por género y que requieren de un análisis particular y más profundo. Pero sobre lo cual no existe información oficial que es obligación del Estado procesar y hacer pública, como el acceso a la salud reproductiva y métodos de planificación familiar, a la educación, a la seguridad alimentaria y a la justicia, cifras oficiales de mortalidad materna, embarazos adolescentes, violencia contra las mujeres en sus diferentes manifestaciones, la participación en el mercado laboral, las brechas salariales, los efectos de la crisis de movilidad humana, entre otros aspectos sobre los cuales no existe la información necesaria, no solo para conocer la realidad de las mujeres venezolanas en medio de la crisis, sino también para que desde los distintos espacios de toma de decisiones se construyan políticas públicas con perspectiva de género.