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El largo camino del diálogo en Venezuela

A lo largo de estos últimos años, la situación venezolana se ha caracterizado por una constante crisis político-económica, donde la búsqueda al diálogo ha sido la solución más viable esgrimida entre los dirigentes políticos del país.

En 2014 se produjo el primer encuentro de diálogo entre representantes de la oposición y del Gobierno en la búsqueda de una postura en común, como solución a la crisis del país. Este primer diálogo se dio a raíz de la ola de protestas que inició en febrero del mismo año bajo el denominado plan “La salida”, en el cual  se proponía un cambio de Gobierno.

Ante la situación de violencia que se registró en todo el territorio nacional, con un total de 40 muertos, cientos de heridos y al menos 2.000 detenidos, representantes del Vaticano y los ministros de Relaciones Exteriores de Colombia, Brasil y Ecuador se pronunciaron al respecto, propiciando un diálogo entre las partes.

El 10 de abril de 2014 en el Palacio de Miraflores, tras una reunión de cinco horas, dirigentes políticos de la oposición venezolana y del oficialismo llevaron a cabo la primera mesa de diálogo, la cual fue transmitida en cadena de radio y televisión. Los dirigentes expresaron sus inquietudes en los ámbitos político, económico y social, siendo la primera vez en muchos años que la oposición volvía al Palacio de Miraflores.

En esa oportunidad, la oposición dejó sus condiciones muy claras, y entre ellas estaban: Ley de Amnistía, instauración de la Comisión de la Verdad Independiente, el compromiso para la renovación de los poderes públicos y el desarme de grupos paramilitares. No obstante, este intento de diálogo fracasó en mayo del mismo año.

El segundo intento de diálogo se produjo para marzo del 2016, cuando el país se encontraba en la fase inicial de la activación del proceso de referéndum revocatorio contra el presidente Maduro. La Mesa de la Unidad Democática aceptó una primera reunión exploratoria en República Dominicana con el acompañamiento de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y los expresidentes de España José Luis Rodríguez Zapatero, de Panamá Martín Torrijo y de República Dominicana Leonel Fernández, pero una vez más el resultado no fue el esperado.

No fue sino hasta octubre de 2016 cuando la oposición y el Gobierno accedieron a reunirse de nuevo, destacando que esta decisión se origina tras la suspensión definitiva del referéndum revocatorio por el Consejo Nacional Electoral (CNE).

El encuentro contó con la moderación del Vaticano y se instalaron mesas de trabajo: la primera buscaba la paz, respeto al estado de derecho y a la soberanía nacional. La segunda se enfocaba en la verdad, justicia, derechos humanos, reparación de víctimas y reconciliación. La tercera se fundamentaba en el tema económico-social, y finalmente, la cuarta estaba dirigida a la generación de confianza y al establecimiento de un cronograma electoral.

Pese a todo lo conversado, no se obtuvieron resultados. En esa ocasión el Vaticano afirmó que el Gobierno no había cumplido con todo lo acordado. Por lo tanto, se evidencia que en el transcurso de estos cuatros años, estos procesos de diálogo estuvieron signados por la imposibilidad de llegar a acuerdos impidiendo así la obtención de resultados.

Ahora, en septiembre de 2017 se abre un nuevo escenario de diálogo en Venezuela, por iniciativa de Danilo Medina, presidente de República Dominicana, y con el beneplácito del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, donde los representantes del Gobierno venezolano y líderes de la oposición vuelven a encontrarse para tratar de resolver los problemas que enfrenta el pueblo venezolano.

Para esta nueva oportunidad de diálogo, la coalición opositora exige el restablecimiento del voto, liberación de presos políticos, levantamiento de inhabilitaciones, respeto a la independencia de los poderes, como es el caso de la Asamblea Nacional, y la atención inmediata a la emergencia económica y social, como condiciones para que se concrete el diálogo.

Por su parte, el gobierno no ha sido explícito en sus demandas, pero se concibe la idea de que busca alivianar la dura presión internacional y que la oposición reconozca a la Asamblea Nacional Constituyente, que se estableció con poderes absolutos desde el 4 de agosto.

Las perspectivas de éxito no son certeras, ya que cada actor está buscando sus objetivos máximos, sin ceder en sus respectivos espacios, lo que hace muy difícil que se pueda lograr un resultado positivo para el país.

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