El pasado 8 de abril conversamos con la psicóloga Marisol Ramírez, presidenta de Psicólogos sin Fronteras Venezuela, sobre el suicidio de mujeres víctimas de violencia. Desde el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) venimos realizando por Twitter foros virtuales sobre los fenómenos asociados a los femicidios bajo la etiqueta #SonMujeresNoNúmeros.
Los suicidios de mujeres deben investigarse siguiendo el Modelo de Protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género, que recomienda hacerlo por tres razones fundamentales. En primer lugar, muchos suicidios son consecuencia de la violencia previa que han sufrido las mujeres. En segundo término, los suicidios son una forma habitual de ocultar un femicidio por parte de su autor, presentando la muerte de la mujer como un suicidio o muerte accidental. Finalmente, pueden ser un argumento usado por las personas a cargo de la investigación criminal para no investigar el caso y archivarlo como suicidio.
Construcción silente
Señaló Ramírez que el suicidio en la mujer es la resultante de un proceso de deterioro emocional en contextos de crisis, violencia y conflictividad. Muy especialmente durante el confinamiento por la pandemia. “Este deterioro emocional de las mujeres es un proceso complejo, multifactorial, de construcción cotidiana, silente y progresiva”.
Con el paso del tiempo, y ante los diversos episodios de violencia, este deterioro emocional “va minando todos los espacios de la vida de las mujeres: físico, social, íntimo, familiar, espiritual”.
Reconocer las emociones
Recomendó la presidenta de Psicólogos sin Fronteras registrar qué emociones van apareciendo, pues las mujeres estamos socializadas para “cargar, aguantar y callar”, por lo tanto debemos estar alertas “ante estos aprendizajes que potencian nuestra fragilidad emocional”, agregó.
“Cuando digo estar alerta me refiero a reconocer lo que vamos sintiendo en cada suceso que vivimos. Distraerlo o negarlo no ayuda. Necesitamos encontrar un espacio de expresión emocional”, recalcó.
Para Ramírez “la socialización que tradicionalmente reciben los hombres tampoco favorece la expresión sana de los sentimiento y emociones. Se naturaliza la represión de nuestra emocionalidad lo que genera efectos desiguales. Es innegable el daño que esto causa en las relaciones entre hombres y mujeres. Sin embargo la afectación de la mujer es significativamente distinta”.
Señales de alarma
Las señales de alarma ante un posible riesgo de suicidio en una mujer víctima de violencia son “la pérdida progresiva de las ganas de vivir, la desesperanza, la irritabilidad, el insomnio y el miedo constante, entre los más frecuentes”, explicó.
La terapeuta fue consultada sobre qué proceso debe llevarse a cabo para evaluar y determinar si el suicidio fue promovido por un tercero. Indicó que esta determinación es posible cuando existe una historia psicolegal de los eventos violentos que sufrió la mujer. “Por eso es importante el reconocimiento de cómo avanza el deterioro emocional y la necesidad de ayuda profesional como prevención”.
Tarea pendiente
En relación a una pregunta sobre si los funcionarios públicos están capacitados y preparados para documentar el deterioro emocional de la víctima, Ramírez fue enfática al señalar que “ellos están formados para reprimir y sancionar. No para empatizar y acompañar. Es un trabajo pendiente que tenemos por lograr. No escapan de esa socialización tradicional que por razones de género produce desigualdad”.
Las actividades divulgativas como estos foros organizados por Cepaz “colaboran con ese proceso personal de reconocimiento de mis circunstancias como mujer, de mi legítima necesidad de buscar ayuda”, destacó la psicóloga.
Recomendaciones
Ramírez dejó algunas recomendaciones a las participantes, reiterando que “el proceso fundamental en el área psicológica y terapéutica es la toma de conciencia como mujer de mis derechos y de mis circunstancias personales que amenazan mi vida”.
“Saber que no estamos solas es vital”. Por ello recomendó difundir la existencia de organizaciones con trayectoria dispuestas a apoyar, “que generan campañas informativas y de capacitación. Esa es la mano amiga con la que contamos las mujeres como colectivo”, añadió.
Ramírez dejó un mensaje final a todas las mujeres, especialmente a las víctimas de violencia y también a las organizaciones que brindan asistencia: “acompañémonos en este camino de concienciar que como mujeres somos ciudadanas con derechos que necesitamos visibilizar. Esa será nuestra contribución con procesos de socialización más justos para todos y todas”.