En la actualidad del derecho al sufragio se ha constituido como un instrumento y palanca esencial para la existencia de las democracias modernas. Sin embargo, el mero ejercicio del sufragio no se traduce, necesariamente, en el establecimiento de un gobierno democrático.
Hoy en día evidenciamos como muchos gobiernos se autodenominan democráticos, pero carecen de auténtica libertad de expresión, de poderes públicos independientes, de partidos políticos sólidos y de unas elecciones libres y transparentes. Sin esas condiciones, a pesar de que se vote, no se puede hablar entonces de democracia. Claro ejemplo de ello es la vigente situación venezolana con el denunciado proceso electoral, ante la falta de garantías básicas que el Estado no está proporcionando para la celebración de unas elecciones justas y legítimas, que los venezolanos exigen en respeto de sus derechos políticos consagrados en la Constitución de la República y en los múltiples tratados internacionales en materia de derechos humanos.
En conmemoración de los 72 años con la promulgación del voto directo, universal y secreto para hombres y mujeres mayores de 18 años en Venezuela, dictado el 15 de marzo de 1946, como parte de la apertura del proceso democrático impulsado por los líderes del momento, hacemos un recuento del largo trayecto que el voto tuvo que recorrer en la historia de Venezuela para llegar a ser universal y secreto.
En primer lugar, hay que establecer que el sistema electoral venezolano tiene su origen de 1810, bajo la autoría de uno de los juristas más importante de historia del país como lo fue Juan Germán Roscio, quien se le encomendó la labor de redactar el primer reglamento de elecciones. En el mismo estableció un sufragio indirecto, restringido, censitario y público. Era indirecto porque se determinó que las elecciones se hicieran de dos grados: a nivel parroquial y por cabeceras de partidos capitulares. Restringido porque las mujeres no podían votar. Censitario porque supeditaba ese derecho a la posesión de un bien inmueble, de unos ingresos determinados o al pago de impuestos, y era público porque se votaba a través de papeletas firmadas o de palabra ante dos testigos en caso de que el sufragante no supiera escribir.
Las constituciones nacionales de 1811, 1819, 1821 y 1830 corroboraron, con algunas variaciones, el sistema electoral indirecto, restringido, censitario y público de 1810. Esta situación cambió en 1858 con la Convención de Valencia, quien dicto por primera vez la fórmula del sufragio universal donde todos los venezolanos mayores de veinte años y los menores de esa edad, fueran casados o viudos, tenían derecho al voto, rompiendo así con el viejo sistema censitario y el voto público instaurado desde 1810.
De aquí en adelante, la historia del voto en Venezuela sufrirá retrocesos y avances y nuevos retrocesos. Un ejemplo notorio de este retroceso fue la Constitución de 1874 que estableció elecciones populares a través del sufragio directo, público, escrito y firmado, una manera expedita de matar el voto.
Será hasta el 17 de diciembre de 1935 con el anuncio de la muerte de Juan Vicente Gómez, que la historia democrática del país iniciará a forjar sus primero pasos para su consolidación. Los gobiernos de los presidentes Eleazar López Contreras (1936-1941) e Isaías Medina Angarita (1941-1945) son considerados como los primeros intentos para esta apertura democrática, al tratar de modificar los métodos de gobierno y administración, restaurando el goce de libertades, liquidando abusos y monopolios, abriendo cárceles y permitiendo el regreso de los exiliados. Con ello abren el debate sobre los grandes problemas nacionales para la conformación de un conjunto de leyes y de organizaciones necesarias para la modernización de Venezuela.
Sin embargo, uno de los mayores obstáculos que presentaba el proyecto democrático se centraba en la poca decisión sobre la igualdad política entre hombres y mujeres, pues sin voto femenino no habría jamás democracia en el país. El cambio favorable se produjo con la toma del poder, el 18 de octubre de 1945, por la Junta Revolucionaria de Gobierno que decidió convocar a una Asamblea Nacional Constituyente.
Con la convocatoria de esta asamblea del 15 de marzo de 1946, mediante la promulgación del Estatuto Electoral que consagró el voto directo, universal y secreto para todos los venezolanos mayores de 18 años, las mujeres venezolanas votaron por primera vez en unas elecciones nacionales y se les permitió postularse y ser elegidas a los cargos públicos de elección popular.
Con ello el voto garantizaba así la participación política no solo de los hombres sino también de las mujeres, permitiendo que el sufragio alcanzara su universalidad plena y con él Venezuela ganara su lugar entre las naciones democráticas e incluso liderar el proceso democrático en la región durante los 40 años de democracia, fundamentada en los principios fijados en el Tratado de Punto Fijo de 1958.
Bibliografía
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