Comparativamente con otros países de la región, Venezuela tiene una muy baja puntuación en el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial. Esto significa, en términos prácticos, que las mujeres venezolanas tienen aproximadamente un 29% menos posibilidades que los hombres de tener igualdad de oportunidades en la educación, la economía y la política. Así lo señaló Betilde Muñoz-Poggosian, politóloga, y directora del departamento de Inclusión Social de la Secretaría de Acceso a Derechos y Equidad de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Muñoz-Poggosian integró el panel del evento Paridad, participación y articulación: mujeres por la democracia, organizado por el Centro de Justicia y Paz (Cepaz), la Red Naranja, la Red de Activistas Ciudadanos por los Derechos Humanos (Redac), Cerlas y Entretejidas, en el marco de la Cumbre de Mujeres por Venezuela del Atlantic Council.
El Índice Global de Brecha de Género evalúa la evolución de las brechas de género en los países en cuatro dimensiones: la participación económica y oportunidad, el logro educativo, salud y supervivencia y el empoderamiento político. El Índice mide el progreso alcanzado por cada nación en el cierre de dichas brechas.
Subrepresentación política de mujeres
Esta falta de oportunidades se refleja también en la participación política. Según Muñoz-Poggosian, en Venezuela tenemos una historia de subrepresentación política de las mujeres que es importante resolver, pues es necesaria una mayor participación de las mujeres para el rescate y la consolidación de la democracia en nuestro país. Por ejemplo, nunca ha habido una mujer jefa de Estado. Y los hombres son mayoría en los espacios de toma de decisión y en los procesos de negociación.
El país es un caso atípico, porque mientras en otras naciones se discute cómo profundizar las medidas de paridad, o cómo fortalecer la equidad en los sistemas de financiamiento político y garantizar la cobertura equitativa de las candidaturas en medios para hombres y mujeres, en Venezuela estos temas son sobrepasados por la crisis económica, humanitaria y de derechos, agregó Muñoz Poggosian.
Además, en el país persiste la persecución, la inseguridad ciudadana y las amenazas, que en la práctica también se convierten en un desincentivo para que las mujeres participen en la política, pues las afecta de forma diferenciada.
Adicionalmente, se da una doble invisibilización, por un lado de las mujeres en la política, y por otro lado, de su trabajo comunitario, de su liderazgo y de su activismo en territorio como lideresas locales. Se han puesto en pausa los dispositivos de cuotas que existían, aseveró la politóloga, y desde 1998 no se han producido medidas afirmativas institucionalizadas. La representación de mujeres en los procesos comiciales ha dependido de mecanismos temporales aprobados por el organismo electoral.
Sin embargo, las organizaciones de mujeres han venido empujando la adopción de reglas electorales que aseguren que las candidaturas se registren de forma paritaria y con alternancia. Pero estos esfuerzos no han sido suficientes para asegurar los mínimos de participación de las mujeres que requiere Venezuela.
Aunque las mujeres representan el 50,7% de la población venezolana y el 50% de la diáspora, y además cumplen un liderazgo fundamental de absorber los efectos de la crisis, y militan en partidos políticos oficialistas y de oposición, desde 1948 hasta 2015, solamente 95 mujeres han sido electas a nivel legislativo, indicó Muñoz-Poggosian.
Pocas mujeres candidatas, pocas electas
El Centro de Justicia y Paz (Cepaz) reporta en un informe sobre paridad política, una especie de espejismo institucional, donde las propias autoridades han usado interpretaciones jurídicas del principio de igualdad no alineadas con los compromisos internacionales que Venezuela ha adquirido en materia de derechos de las mujeres. A juicio de la funcionaria de la OEA, pocas mujeres acceden a candidaturas y por lo tanto pocas son electas.
La agenda feminista ha sido minimizada en el país, por considerarla de poca prioridad en relación a la crisis. Se presenta entonces un falso dilema, o restauramos la democracia, o atendemos el tema de la agenda de derechos de mujeres, cuando la realidad es que no son mutuamente excluyentes. Y además, la de mujeres es también una agenda de derechos humanos.
Para Muñoz-Poggosian, en Venezuela se observa debilidad en los reglamentos de paridad, pues existen válvulas de escape, como las primarias, para evadir su correcta aplicación. Esto cuenta con el aval de un órgano electoral siempre dispuesto a dictar medidas a la carta contra la paridad que no favorecen a las mujeres. El estudio de Cepaz también señala que hay un obstáculo adicional, que es la falta de iniciativas desde la Asamblea Nacional que pongan el tema de la paridad en la mesa de discusión.
En la práctica, los partidos han colocado a las mujeres en distritos perdedores o han interpretado el principio de alternabilidad colocándolas en candidaturas de suplentes. La falta de sanciones por el no cumplimiento también afecta la consecución de la paridad.
Para afinar las políticas de paridad en Venezuela y para que sean efectivas, estas deben contemplar varias cualidades, que son: exigir por parte de los partidos políticos y las organizaciones de mujeres un mayor porcentaje de candidatas, también mandatos de posición precisos (horizontal y vertical), al igual que candidaturas de mujeres en distritos competitivos y que se contemplen sanciones por no cumplimiento. Y por último que se generen candados para ir cerrando las válvulas de escape usadas desde los partidos políticos para no cumplir con la aplicación de las normas, concluyó Muñoz-Poggosian.
Erradicar las desigualdades
Por su parte, Mildred Carrero, abogada, diputada a la Asamblea Nacional (2015) e integrante de la Red de Apoyo del Atlantic Council, aseveró que está demostrado que cuando las mujeres participan en los procesos de paz hay un 35% más de probabilidades que estos acuerdos duren 15 años o más.
Destacó que la mujer debe participar en la política para opinar sobre los asuntos públicos, aportando su perspectiva en la toma de decisiones. La mujer tiene diferentes prioridades, lo que transforma las políticas públicas, porque las decisiones que llevan a su concepción cambian y la manera de aplicarlas también. Adicionalmente la mujer tiene mayores y mejores perspectivas sobre la seguridad nacional, es menos propensa a incurrir en gastos administrativos y suelen dar soluciones pacíficas en momentos de conflictos.
Pero lo más importante, a juicio de Carrero, es que la mujer debe participar en la política porque las desigualdades de género persisten y es necesario erradicarlas.
Fortalecer la articulación para avanzar
La articulación es un proceso complejo, pero sumamente importante si realmente queremos que nuestras incidencias tengan un alcance mayor y sean mucho más seguras en un contexto como el venezolano, indicó Verónica Arvelo de Entretejidas.
Aseguró Arvelo que para fortalecer esta articulación, desde Entretejidas se han enfocado a mirar desde adentro el movimiento feminista en Venezuela. De esta manera, es posible fomentar la creación de nuevas alianzas y consolidar las existentes. «Es necesario reconocernos para poder reencontrarnos dentro del movimiento feminista en Venezuela». Así como también fortalecer la articulación para seguir avanzando, explicó.
En un contexto tan adverso como el de Venezuela es crucial fortalecer procesos de intercambio y articulación para que las incidencias tengan un mayor impacto, recalcó Arvelo. La articulación es todavía más importante entre organizaciones y personas con diferentes visiones, para que sean mucho más profundas y efectivas en alcanzar los objetivos propuestos, como el rescate y la consolidación de la democracia en Venezuela.